En cada Misa, la Iglesia revive el misterio más grande de la fe: la Eucaristía. En el altar, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, el mismo sacrificio del Calvario hecho presente. Pero muchos católicos se preguntan: ¿deberíamos comulgar bajo las dos especies, pan y vino, o solo con el pan consagrado?
Esta cuestión ha sido debatida a lo largo de la historia y todavía hoy genera dudas. En este artículo, exploraremos el origen y la práctica de la comunión bajo las dos especies, su significado y lo que la Iglesia enseña sobre este tema en la actualidad.
El Origen Bíblico: Jesús Instituye la Eucaristía
El fundamento de la Eucaristía está en la Última Cena, cuando Cristo tomó pan y vino y pronunció las palabras que han marcado la fe de los cristianos durante dos mil años:
«Tomad y comed, esto es mi Cuerpo (…). Bebed todos de él, porque esta es mi Sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.» (Mt 26,26-28)
Jesús entregó su Cuerpo y su Sangre como alimento para la salvación del mundo. En ese momento, instituyó el sacrificio eucarístico y dio a sus discípulos la orden de repetir este gesto en su memoria.
Desde los primeros siglos, la Iglesia entendió que recibir la comunión bajo las dos especies manifestaba plenamente el signo del banquete eucarístico. Sin embargo, también reconoció que recibir solo una de las especies ya comunica a Cristo en su totalidad.
Historia de la Práctica de la Comunión
Los Primeros Siglos: Comulgar con Pan y Vino
En los primeros tiempos del cristianismo, la comunión bajo ambas especies era la norma. En las celebraciones, los fieles recibían el Cuerpo de Cristo en la mano y bebían de un cáliz común.
Pero esta práctica empezó a cambiar con el tiempo. Ya en el siglo V, por razones prácticas y por la reverencia hacia la Eucaristía, se empezó a distribuir la comunión solo bajo la especie del pan en algunas comunidades.
La Edad Media: Una Solución Pastoral
A partir del siglo XIII, la Iglesia en Occidente generalizó la comunión solo con el pan. Esto se debió a varias razones:
- Evitar el riesgo de profanación. En grandes asambleas, era difícil distribuir el vino sin peligro de derrames.
- Facilidad logística. Con el crecimiento de la Iglesia, se hacía complicado administrar el cáliz a todos los fieles.
- El desarrollo de la doctrina eucarística. Se reafirmó que Cristo está presente «totalmente» en cada una de las especies.
Fue el Concilio de Trento (siglo XVI) el que definió solemnemente este punto, enseñando que Cristo está presente entero en el pan y en el vino, y que no es necesario recibir ambas especies para comulgar plenamente.
«El que recibe una sola especie no queda privado de ninguna gracia necesaria para la salvación.» (Concilio de Trento, sesión XXI, cap. 3)
Desde entonces, la comunión bajo una sola especie se convirtió en la norma en la Iglesia latina, aunque los sacerdotes siempre han comulgado con pan y vino, porque la consagración requiere ambos elementos.
¿Se Puede Comulgar con Pan y Vino Hoy?
Con el Concilio Vaticano II, la Iglesia permitió que en algunas ocasiones los fieles puedan comulgar bajo las dos especies. El actual Código de Derecho Canónico lo confirma:
«Los fieles reciben la comunión sacramental con la sola especie del pan o, cuando el derecho lo permita, con ambas especies.» (CIC, can. 925)
Hoy, la comunión bajo las dos especies puede darse en ciertas circunstancias, como:
- Misas especiales: Bodas, ordenaciones, primeras comuniones, misas parroquiales solemnes.
- Pequeñas comunidades: Donde se pueda distribuir el cáliz sin riesgo de profanación.
- Grupos reducidos de fieles: Como en monasterios o reuniones litúrgicas especiales.
Sin embargo, sigue siendo excepcional. En la mayoría de las parroquias, se recibe solo el pan consagrado.
¿Es Necesario Comulgar con Vino?
No, no es necesario. La fe de la Iglesia enseña que Cristo está totalmente presente en cada una de las especies. Esto significa que quien recibe solo el pan recibe el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Cristo.
De hecho, hay muchas razones por las que no siempre se ofrece el cáliz a los fieles:
- Riesgo de derrames y profanación.
- Cuestiones de higiene. (Especialmente después de la pandemia, muchas diócesis han suspendido el uso del cáliz común).
- Dificultad logística. (En grandes asambleas, dar el cáliz a todos sería complicado).
Por estas razones, aunque es hermoso y significativo comulgar bajo las dos especies, la Iglesia enseña que no es obligatorio y que comulgar solo con el pan no nos priva de ninguna gracia.
Conclusión: La Eucaristía, Plenitud del Encuentro con Cristo
La comunión bajo las dos especies fue la práctica habitual en la Iglesia primitiva y sigue siendo una opción válida en la actualidad. Sin embargo, la Iglesia ha enseñado con claridad que recibir solo el pan consagrado ya es recibir plenamente a Cristo.
Lo más importante no es la forma en que comulgamos, sino la disposición de nuestro corazón. Como decía San Agustín:
«Sé lo que recibes y conviértete en lo que comes.»
Cada vez que nos acercamos a la Eucaristía, recibimos al mismo Cristo, nos unimos a su sacrificio y nos hacemos uno con Él. Ese es el verdadero milagro de la comunión.
Entonces, la próxima vez que recibas la Sagrada Comunión, recuerda: no importa si es bajo una o dos especies, lo que importa es que es Cristo mismo quien viene a ti.
Comulgar en las dos especies me produce acidez y el sacerdote dice que es un problema mío que es todo de la cabeza, que recibir a Jesús no me puede hacer mal, le contesté que Jesús no pero el vino si.