«Que se levanten los enemigos de Dios y huyan ante su rostro… como se disipa el humo, así se disipen; como se derrite la cera ante el fuego, así perezcan los impíos ante Dios.» (Salmo 67/68, 2-3) En los oscuros pasillos de la historia de la Iglesia, entre exorcismos y batallas …
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