El Sínodo de la Sinodalidad: ¿Renovación en la Tradición o Ruptura Peligrosa? Una Reflexión desde la Fe Católica Tradicional

Introducción: Un Tiempo de Confusión, un Llamado a la Claridad

Vivimos tiempos convulsos dentro de la Iglesia. El Sínodo de la Sinodalidad, promovido como un «proceso de escucha y discernimiento», ha generado esperanza en algunos, pero profunda preocupación en otros. Como católicos fieles a la Tradición perenne de la Iglesia, nos vemos obligados a preguntarnos: ¿Es este sínodo un verdadero ejercicio de comunión eclesial, como los que vivieron los Padres de la Iglesia, o un intento de imponer una nueva eclesiología que diluye la autoridad sagrada en favor del consenso humano?

Este artículo busca arrojar luz sobre el tema desde una perspectiva teológica, histórica y pastoral, siempre fiel al Magisterio inmutable de la Iglesia y alerta ante los riesgos de una falsa sinodalidad que, bajo lenguaje piadoso, podría esconder graves desviaciones.


I. ¿Qué es la Sinodalidad? Orígenes y Sentido Tradicional

La palabra sínodo proviene del griego synodos (σύνοδος), que significa camino juntos. Históricamente, los sínodos han sido asambleas de obispos en comunión con el Papa, convocados para tratar cuestiones doctrinales o disciplinarias. Ejemplos claros son el Concilio de Jerusalén (Hechos 15), donde los Apóstoles resolvieron la cuestión de la circuncisión, o los grandes Concilios Ecuménicos, como Nicea o Trento, que definieron dogmas frente a herejías.

La sinodalidad auténtica siempre ha tenido tres características:

  1. Jerárquica: Los pastores, sucesores de los Apóstoles, guiados por el Espíritu Santo, discernían en comunión con el Papa.
  2. Doctrinalmente fiel: No se «reinventaba» la fe, sino que se defendía la Tradición recibida de Cristo.
  3. Pastoralmente orientada: Buscaba la salvación de las almas, no la adaptación al mundo.

El problema actual: Hoy, algunos presentan la sinodalidad como un proceso horizontal, donde «todo el Pueblo de Dios» (incluyendo laicos sin formación teológica) tendría voz en cuestiones de fe y moral, como si la Iglesia fuera una democracia. Esto niega la naturaleza divina de la Iglesia, que no es una asociación humana sujeta a votaciones, sino el Cuerpo Místico de Cristo, guiado por sus pastores legítimos.


II. Los Peligros de la «Nueva Sinodalidad»: Seis Preocupaciones Graves

1. La Ambigüedad Doctrinal: ¿Se Cuestiona lo Inmutable?

El documento preparatorio del Sínodo habla de «cuestiones abiertas», incluyendo temas como la moral sexual, el sacerdocio femenino o la comunión para divorciados vueltos a casar. Pero la doctrina católica no es negociable:

  • Cristo instituyó el sacerdocio varonil (Lc 22:19; Mt 16:18).
  • El matrimonio es indisoluble (Mc 10:9).
  • La ley moral es objetiva (Rom 2:15).

Si un sínodo sugiere que estas verdades pueden «evolucionar», ¿no está negando la propia naturaleza de la Revelación divina?

2. El Riesgo de Protestantización: Cuando la Opinión Reemplaza al Magisterio

Lutero apeló al «libre examen» de las Escrituras, rechazando la autoridad de la Iglesia. Hoy, algunos promueven una «sinodalidad a la protestante», donde la voz del pueblo (incluso de grupos disidentes) parece pesar más que el Magisterio.

Pero la Iglesia no es una democracia. Cristo no dijo: «Os envío a votar«, sino «Id y enseñad» (Mt 28:19).

3. El Lenguaje Secularizado: ¿Inclusión o Apostasía?

Documentos sinodales hablan de «inclusión», «diversidad» y «escucha», pero rara vez mencionan pecado, conversión, infierno o redención. ¿No es esto adaptar el Evangelio al mundo, en lugar de convertir al mundo con el Evangelio?

San Pablo advirtió: «No os conforméis a este mundo» (Rom 12:2).

4. ¿Manipulación Ideológica? El Peligro de un Sínodo Pre-Dirigido

Muchos temen que, bajo la apariencia de «discernimiento», las conclusiones ya estén decididas: grupos progresistas presionando para cambios radicales, mientras se silencia a los fieles tradicionales.

Si el Espíritu Santo guía a la Iglesia, ¿por qué solo parece «inspirar» las agendas del mundo moderno?

5. La Ruptura con la Tradición: ¿Reinventar la Iglesia?

La Iglesia ha gobernado por Concilios y Magisterio, no por asambleas donde activistas laicos exigen cambios. La Tradición es sagrada (2 Tes 2:15), no un «archivo muerto» para reinterpretar.

6. El Daño Pastoral: Confusión en las Almas

El fruto de la verdadera sinodalidad es unidad en la verdad. Pero si este proceso genera más dudas que certezas, ¿no estará alejando a los fieles de la fe clara de siempre?


III. ¿Hay una Sinodalidad Válida? Sí, Pero con Tres Condiciones

El católico tradicional no rechaza toda sinodalidad, sino su deformación moderna. Para que sea auténtica, debe:

  1. Someterse al Magisterio, no pretender cambiarlo.
  2. Excluir temas ya definidos (doctrina moral, sacramental).
  3. Buscar la santificación, no el agrado del mundo.

Conclusión: Fidelidad en Tiempos de Confusión

Ante el Sínodo de la Sinodalidad, recordemos las palabras de San Vicente de Lérins: «Debemos creer lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos».

La Iglesia no necesita reinventarse; necesita redescubrir su identidad eterna. Como católicos, nuestro deber es orar, discernir y, si es necesario, resistir con caridad pero con firmeza, para que la Barca de Pedro no naufrague en las aguas turbulentas del relativismo.

«¡Mantened la tradición que habéis recibido!» (2 Tes 3:6).

¿Estaremos a la altura?


[Este artículo se inspira en la Doctrina Católica tradicional y el Magisterio perenne. Para profundizar, se recomienda la lectura de los Padres de la Iglesia, el Catecismo de Trento y las encíclicas de los Papas contra el modernismo.]

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Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

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