La Tolerancia NO es una Virtud Cristiana: Una Claridad Necesaria en Tiempos de Confusión

Vivimos en una época en la que la palabra tolerancia se ha convertido en un ideal supremo. Se nos dice que debemos ser tolerantes con todas las ideas, todas las creencias y todas las conductas, sin importar si son verdaderas o falsas, buenas o malas. Pero ¿es realmente la tolerancia una virtud cristiana? ¿Es esto lo que Cristo nos enseñó?

La respuesta, aunque pueda sorprender a muchos, es un rotundo no. La tolerancia, entendida como la aceptación pasiva de todo sin discernimiento, no es una virtud cristiana. Al contrario, puede ser una trampa que nos lleve a la indiferencia moral y al relativismo. Lo que el cristianismo promueve no es la tolerancia, sino la caridad en la verdad, el amor al prójimo con firmeza moral y la fidelidad inquebrantable a Dios.

1. La Verdad no es Opcional: Cristo no Predicó la Tolerancia, sino la Conversión

Jesucristo no vino al mundo a ser “tolerante” con el pecado, sino a llamar al arrepentimiento y a la conversión. Sus palabras fueron claras y a veces duras, pero siempre movidas por un amor auténtico que busca la salvación de las almas:

“El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; arrepiéntanse y crean en el Evangelio” (Marcos 1,15).

Cristo no toleró a los mercaderes en el Templo; los echó con un látigo (Juan 2,15). No toleró la hipocresía de los fariseos; los denunció con firmeza (Mateo 23). No toleró el pecado, sino que llamó a la mujer adúltera a cambiar de vida:

“Vete, y no peques más” (Juan 8,11).

Hoy, en un mundo que rechaza la idea de una verdad absoluta, muchos cristianos caen en la trampa de la tolerancia mal entendida. Creen que amar al prójimo significa aceptar sus errores sin corregirlos. Pero el amor verdadero no es complaciente con el mal, sino que busca el bien del otro, incluso cuando es incómodo o impopular.

2. La Confusión Moderna: Cuando la Tolerancia se Convierte en Relativismo

La cultura actual nos dice que todas las creencias son igualmente válidas, que no hay una verdad absoluta y que lo importante es “no juzgar”. Sin embargo, esto contradice la enseñanza cristiana.

San Pablo nos advierte:

“Porque vendrá tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4,3-4).

El relativismo nos dice que cada persona tiene su “propia verdad”, pero esto es absurdo. Si la verdad depende de cada individuo, entonces la verdad no existe. Jesucristo no dijo “yo soy una de las verdades posibles”, sino:

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14,6).

Aceptar todas las creencias y estilos de vida como igualmente válidos es rechazar la misión evangelizadora de la Iglesia. Si todo es igualmente bueno, entonces predicar el Evangelio sería inútil. Pero Cristo nos envió al mundo para hacer discípulos, no para ser indiferentes (Mateo 28,19-20).

3. ¿Entonces Cómo Debe Actuar un Cristiano? Amor en la Verdad, No Indiferencia

El cristiano no está llamado a ser intolerante en el sentido de la violencia o el desprecio, sino a ser firme en la verdad con amor. La virtud cristiana no es la tolerancia, sino la caridad bien entendida.

San Agustín lo expresaba de manera magistral:

“Ama y haz lo que quieras: si callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor”.

El verdadero amor cristiano no es permisivo ni complaciente con el pecado, sino que busca la salvación del otro. Por eso, un padre que ama no tolera que su hijo juegue con fuego, sino que lo advierte y lo corrige. Un médico que ama no tolera la enfermedad de su paciente, sino que busca curarlo. De la misma manera, un cristiano que ama no puede tolerar el pecado sin señalar el camino de la conversión.

Esto no significa que debamos ser duros o crueles. La corrección fraterna debe hacerse con humildad, paciencia y oración. Pero callar ante el error por miedo a ser llamados “intolerantes” es una traición a la verdad y al amor auténtico.

4. Ser Testigos de la Verdad en un Mundo que Nos Quiere Callados

En la sociedad actual, ser un cristiano fiel es ir contra la corriente. Se nos presiona a aceptar cosas que van en contra de nuestra fe: el aborto, el relativismo moral, la ideología de género, entre muchas otras. Se nos dice que debemos ser “tolerantes”, pero en realidad lo que se busca es que seamos cómplices silenciosos del error.

Jesús nos advirtió que su mensaje traería división:

“No piensen que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada” (Mateo 10,34).

No significa que busquemos conflictos, sino que la verdad inevitablemente provoca oposición. Si seguimos a Cristo, seremos criticados, rechazados y perseguidos. Pero no debemos temer:

“Si el mundo los odia, sepan que a mí me ha odiado antes que a ustedes” (Juan 15,18).

Nuestro deber es ser luz en la oscuridad, aunque incomode. Como dice San Pablo:

“No se amolden a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios” (Romanos 12,2).

Conclusión: La Tolerancia No es Virtud, la Verdad en Amor Sí

En resumen, la tolerancia entendida como aceptación indiferente del error no es una virtud cristiana. La verdadera virtud es la caridad en la verdad, el amor que corrige con paciencia, el testimonio fiel de Cristo sin miedo al qué dirán.

Ser cristiano no significa ser “tolerante” con el pecado, sino ser testigos valientes de la verdad, incluso cuando eso implique rechazo o persecución. Nuestra meta no es agradar al mundo, sino agradar a Dios.

Por eso, la próxima vez que alguien te diga que “hay que ser tolerante”, recuerda estas palabras de San Pedro:

“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5,29).

Que el Señor nos conceda la gracia de ser firmes en la fe, valientes en la verdad y ardientes en la caridad. Amar es corregir, amar es predicar, amar es no callar ante el error.

¡Que María Santísima, modelo de fidelidad y valentía, nos ayude a vivir nuestra fe con coraje y amor!

Acerca de catholicus

Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

Ver también

Cómo vivir el Jubileo en familia: Ideas y prácticas para fortalecer la fe en el hogar

El Jubileo es un tiempo de gracia y misericordia, un momento especial en la vida …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: catholicus.eu