La Oración por los Judíos en Viernes Santo: Historia, Teología y Significado Actual

El Viernes Santo es uno de los días más sagrados del calendario litúrgico católico. En esta jornada, la Iglesia conmemora la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo, el acto redentor que abrió las puertas de la salvación a toda la humanidad. En este contexto, la «Oración por los judíos» dentro de la Liturgia de la Pasión tiene una relevancia especial, pues toca directamente la relación entre el cristianismo y el pueblo judío, un vínculo profundo y a veces complejo que hunde sus raíces en la historia de la salvación.

A lo largo de los siglos, esta oración ha sido objeto de revisiones y debates, especialmente en el siglo XX y XXI. Sin embargo, para comprender su verdadero sentido, es fundamental enmarcarla en su contexto teológico y litúrgico. ¿Por qué la Iglesia ora por los judíos en este día? ¿Cuál es su significado en la teología católica tradicional? ¿Cómo debemos entenderla hoy en día desde una perspectiva de fe?

En este artículo, exploraremos el origen, la historia, la teología y la relevancia actual de esta oración, siempre desde la fidelidad a la enseñanza tradicional de la Iglesia.


I. Origen de la Oración por los Judíos en el Viernes Santo

La Iglesia Católica, desde sus inicios, ha incluido en la Liturgia del Viernes Santo una serie de oraciones conocidas como las «Oraciones Solemnes». En ellas, se pide por diversos grupos de personas: los fieles cristianos, el Papa, los catecúmenos, los herejes y cismáticos, los paganos, los gobernantes y, entre estos, también por los judíos.

Desde la liturgia más primitiva, la Iglesia ha orado por la conversión del pueblo judío. Esta práctica se basa en la enseñanza del propio San Pablo, quien en su Carta a los Romanos expresa su profundo deseo de que Israel sea salvo y reconozca a Jesucristo como el Mesías (cf. Romanos 9-11).

II. La Relación del Pueblo Judío con Cristo y la Iglesia

Para comprender el sentido de esta oración, es esencial recordar la relación especial que el pueblo judío tiene con Dios y con la historia de la salvación.

  1. El Pueblo de la Antigua Alianza: Dios eligió a Israel como su pueblo santo, le entregó la Ley y estableció con él la Antigua Alianza. Esta elección no fue por méritos propios de Israel, sino por pura gracia divina (cf. Deuteronomio 7,6-8).
  2. El Rechazo de Cristo y sus Consecuencias: Sin embargo, cuando llegó la plenitud de los tiempos, muchos en Israel no reconocieron a Jesús como el Mesías. Los Evangelios relatan cómo fue rechazado por las autoridades religiosas de su tiempo y, finalmente, condenado a muerte. Este hecho, aunque doloroso, estaba dentro del plan divino de salvación (cf. Hechos 2,22-23).
  3. La Nueva Alianza en Cristo: Con la venida de Jesús, la Antigua Alianza encontró su cumplimiento en la Nueva Alianza, sellada con su Sangre. La Iglesia, como nuevo Israel, hereda las promesas y se convierte en el verdadero Pueblo de Dios. Sin embargo, esto no significa que los judíos estén desechados, sino que están llamados también a la fe en Cristo.

San Pablo explica este misterio en la Carta a los Romanos (capítulo 11), donde usa la imagen del olivo: los judíos son las ramas naturales, pero algunas fueron desgajadas debido a su incredulidad, y en su lugar fueron injertadas ramas de olivo silvestre (los gentiles). No obstante, Dios puede volver a injertar a los judíos si creen en Cristo.

III. Historia de la Oración y sus Cambios en la Liturgia

Durante siglos, la oración por los judíos en la liturgia tradicional tenía la siguiente forma en latín:

«Oremus et pro perfidis Iudaeis…«

Lo que se traducía como: «Oremos también por los judíos pérfidos…» La palabra perfidis en latín significa «incrédulos» o «faltos de fe», pero con el tiempo adquirió una connotación peyorativa en el lenguaje moderno.

Por esta razón, en el siglo XX, especialmente con el Concilio Vaticano II, la oración fue modificada para eliminar cualquier posible malentendido o interpretación ofensiva. En la reforma de la liturgia de 1970, bajo el Papa Pablo VI, la oración fue cambiada a una versión más genérica que pedía por la fidelidad de los judíos a Dios, sin hacer referencia explícita a su conversión.

Sin embargo, el Papa Benedicto XVI, en 2008, introdujo una nueva versión para la Misa en el rito extraordinario (Usus Antiquior), que mantiene la petición por la conversión de los judíos sin términos despectivos. Esta versión reza:

«Oremos también por los judíos, para que Dios nuestro Señor ilumine sus corazones y reconozcan a Jesucristo, Salvador de todos los hombres.»

Este cambio fue significativo porque reafirma la enseñanza tradicional de la Iglesia de que la salvación solo se encuentra en Cristo, pero sin expresiones que puedan interpretarse como despectivas.

IV. Significado y Relevancia Actual

En la actualidad, la oración por los judíos sigue siendo un testimonio de la misión universal de la Iglesia. No es una expresión de desprecio ni de hostilidad, sino un acto de amor genuino. La Iglesia desea la salvación de todos los hombres, incluidos los judíos, y por eso ora para que reconozcan a Jesucristo.

Es importante recordar que esta oración no contradice el respeto y el aprecio que la Iglesia tiene por el pueblo judío. El Concilio Vaticano II, en Nostra Aetate, reafirmó que los judíos siguen siendo amados por Dios, pues «los dones y la vocación de Dios son irrevocables» (Romanos 11,29).

Sin embargo, esto no significa que haya dos caminos de salvación separados: uno para los judíos y otro para los cristianos. Como enseña el Magisterio, solo hay un único camino de salvación, y es Cristo (cf. Juan 14,6). Por ello, la Iglesia ora con caridad para que los judíos también lleguen a reconocer a Jesús como el Mesías prometido.

Conclusión: Una Oración de Amor y Esperanza

La Oración por los Judíos en el Viernes Santo es un testimonio de la fidelidad de la Iglesia a su misión evangelizadora. No es una oración de desprecio ni de condena, sino una súplica humilde para que el pueblo de la Antigua Alianza reconozca a su propio Mesías.

A lo largo de los siglos, esta oración ha sido reformulada para expresar su intención con mayor claridad, pero su esencia sigue siendo la misma: el anhelo de que todos los hombres, incluidos los judíos, lleguen a la plenitud de la verdad en Jesucristo.

Como fieles católicos, debemos rezar esta oración con profundo amor, reconociendo que Dios tiene un plan de salvación para todos. Que la Virgen María, Madre de la Iglesia y Hija de Sión, interceda por la conversión de todos los corazones y nos conceda la gracia de ser testigos auténticos de la Verdad.

¡Que este Viernes Santo, nuestra oración sea un eco del amor de Cristo por toda la humanidad!

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Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

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Un comentario

  1. Juan Antonio Céspedes Guzmán

    Excelente comentario, que los israelitas también están llamados dentro del
    universal menaje de Jesús a pesar de Juan 1: 11. Mensaje que es el ESTA-
    LLIDO DE AMOR más grande que se ha dado sobre la faz de la tierra para
    llevar al hombre por el Camino de la Luz, de la Verdad y de la Vida.

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