Exorcistas Revelan: Las 3 Prácticas que Abren Puertas al Demonio (y Muchos Católicos Ignoran)

¿Sabías que hay prácticas aparentemente inofensivas que, sin darte cuenta, pueden abrir la puerta al enemigo?
Hoy más que nunca, en un mundo donde el mal se disfraza de «normalidad», los exorcistas nos alertan: no podemos ser ingenuos. Ser católico no es solo «creer en Dios», sino también reconocer la existencia del maligno, y estar firmemente preparados para rechazarlo.

En este artículo, te llevaré de la mano para entender cuáles son esas tres prácticas peligrosas, su fundamento teológico, su historia, y cómo proteger tu alma en medio de los desafíos actuales.

«Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe.»
(1 Pedro 5, 8-9)


¿Por qué hablar de puertas abiertas al demonio?

La Iglesia siempre ha enseñado que Satanás es un ser real, personal y activo en el mundo. Su objetivo es simple: alejarnos de Dios y llevarnos a la perdición eterna. Pero el demonio, astuto como es, rara vez se presenta de manera abierta. Más bien, trabaja en las sombras, seduciéndonos a través de aparentes «inocencias».

El Catecismo de la Iglesia Católica lo afirma con claridad:

«El poder de Satanás no es infinito. No obstante, actúa en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo… Su acción causa graves daños, de naturaleza espiritual, e indirectamente incluso de naturaleza física, para cada hombre y para la sociedad.»
(CIC 395)

Hoy, muchos católicos desconocen que ciertas prácticas culturales, de moda o de entretenimiento pueden ser verdaderas trampas espirituales.


Las 3 prácticas más peligrosas según exorcistas experimentados

1. Participar en prácticas de esoterismo y ocultismo (aunque sea “por juego”)

Astrología, lectura de cartas, tarot, ouija, rituales energéticos, horóscopos, limpias espirituales, reiki «energético»… Todo esto pertenece al mundo ocultista y es absolutamente incompatible con la fe cristiana.

¿Por qué es peligroso?
Porque al buscar respuestas, protección o poder fuera de Dios, estamos quebrando el Primer Mandamiento («No tendrás otros dioses fuera de mí», Éxodo 20, 3) y, además, abriendo puertas espirituales al demonio. Incluso si es «por curiosidad», «por broma» o «por moda».

Historia y teología:
Desde los primeros siglos, la Iglesia condenó los oráculos, la adivinación y la magia. San Agustín decía que buscar saber el futuro fuera de Dios era «prostituir la fe».

Consecuencias espirituales:
El demonio usa estas prácticas como ganchos. Lo que comienza como un «juego» puede terminar en opresión espiritual, infestaciones, influencias y, en casos graves, posesiones.

¿Qué hacer?

  • Confesarse inmediatamente si se ha participado en alguna de estas prácticas.
  • Renunciar explícitamente, en oración, a cualquier pacto o vínculo que se haya hecho.
  • Reafirmar la confianza total en Jesucristo como el único Señor de la vida.

«No os volváis a los adivinos ni consultéis a los agoreros, porque os haréis impuros por ellos.»
(Levítico 19, 31)


2. Consumir contenido violento, blasfemo o satánico (música, series, videojuegos, libros)

Hay una corriente cultural que glorifica el mal: música con letras explícitamente satánicas, películas de terror donde el demonio es protagonista, videojuegos donde se invocan fuerzas oscuras, novelas que promueven rituales o prácticas blasfemas.

¿Por qué es peligroso?
Porque todo lo que consumimos alimenta nuestra mente y nuestro espíritu. Y si llenamos nuestro interior de odio, violencia, miedo o idolatría, dejamos de ser templos del Espíritu Santo (cf. 1 Corintios 6,19) y nos volvemos vulnerables a las influencias demoníacas.

Historia y teología:
Durante siglos, los cristianos cuidaron celosamente lo que veían, leían o escuchaban. La patrística enseña que los sentidos son puertas del alma: lo que entra por los ojos, oídos y boca afecta nuestra vida espiritual.

Consecuencias espirituales:
Puede provocar insensibilidad a lo sagrado, atracción hacia lo perverso, trastornos espirituales como ansiedad, pesadillas, pérdida de la fe, e incluso infestaciones del hogar.

¿Qué hacer?

  • Hacer un «ayuno mediático» radical de contenidos tóxicos.
  • Bendecir el hogar y entronizar imágenes sagradas (crucifijos, iconos).
  • Escoger música, libros y películas que edifiquen el alma.

«La lámpara del cuerpo es el ojo; si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz.»
(Mateo 6, 22)


3. Vivir en pecado mortal habitual (y no confesarse)

Esta es la puerta más grave y la más común… y tristemente, muchos católicos hoy la ignoran.

¿Por qué es peligroso?
El pecado mortal rompe nuestra comunión con Dios. Y donde Dios es expulsado, el enemigo avanza. Quien vive en pecado mortal (relaciones sexuales fuera del matrimonio, odio, blasfemia, aborto, embriaguez, etc.) vive en un estado de muerte espiritual, que facilita toda clase de ataques y tentaciones graves.

Historia y teología:
Santo Tomás de Aquino explica que el alma en pecado mortal «queda bajo el dominio del demonio». No significa posesión automática, pero sí una gravísima vulnerabilidad.

Consecuencias espirituales:
Aumento del pecado, desesperanza, endurecimiento del corazón, atracción por el mal, posible ruina física y espiritual.

¿Qué hacer?

  • Examen de conciencia sincero.
  • Confesión sacramental lo antes posible.
  • Compromiso firme de abandonar el pecado y vivir en gracia.

«El que comete pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio.»
(1 Juan 3, 8)


¿Cómo blindarnos espiritualmente? (Guía práctica pastoral y teológica)

1. Vida sacramental intensa:

  • Confesión frecuente (al menos una vez al mes o cuando caigas en pecado grave).
  • Misa dominical (y, si puedes, entre semana).
  • Comunión en estado de gracia.
  • Uso frecuente del agua bendita, la señal de la cruz y la oración.

2. Oración diaria:

  • Rezar el Rosario: la Virgen María es terror de los demonios.
  • Oraciones de renuncia al mal y consagraciones al Sagrado Corazón.
  • Lectura diaria de la Biblia (aunque sean unos versículos).

3. Formación católica sólida:

  • Lee el Catecismo.
  • Asiste a retiros, talleres, grupos de oración católicos auténticos.
  • Forma tu conciencia moral correctamente.

4. Ambiente espiritual en tu hogar:

  • Crucifijos benditos en cada habitación.
  • Iconos o imágenes marianas.
  • Ambientar con música cristiana y lecturas espirituales.
  • Bendecir regularmente la casa con agua bendita.

5. Rechazar, resistir y renunciar:
Cada vez que detectes una tentación o una trampa, resiste en el Nombre de Jesús.
¡Recuerda: Satanás no soporta un alma firme en la fe y la gracia!


Conclusión: Una guerra invisible… pero real

La lucha espiritual es intensa, y no podemos ser ingenuos. El demonio existe, nos odia, pero Jesucristo ha vencido. Nosotros estamos llamados a permanecer vigilantes, en oración y en gracia, para vivir en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

«No seáis vencidos por el mal, sino venced al mal con el bien.»
(Romanos 12, 21)

Hoy más que nunca, debemos ser católicos valientes, formados y decididos. No hay espacio para una fe tibia. Seamos luz en medio de la oscuridad, guardianes de nuestras almas y de nuestros hogares.

Acerca de catholicus

Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

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