«Si no veo en sus manos la señal de los clavos… no creeré» (Juan 20:25). Las palabras de Santo Tomás resuenan hoy con inquietante actualidad. En un mundo obsesionado con lo tangible, lo científico y lo inmediato, muchos católicos se preguntan: ¿Negar los milagros es falta de fe? ¿Puede ser incluso pecado? La respuesta no es simple, pero la Tradición, la Escritura y el Magisterio nos iluminan.
I. Milagros: ¿Capricho Divino o Señales del Cielo?
Los milagros no son trucos celestiales para impresionar a los escépticos. Son signos del amor y la misericordia de Dios, que rompen las leyes naturales para recordarnos una verdad eterna: Él está aquí. Desde el Antiguo Testamento (el maná en el desierto, el fuego del Carmelo) hasta los milagros de Jesús (la multiplicación de los panes, la resurrección de Lázaro), la Biblia está llena de intervenciones sobrenaturales.
Pero hay más: los milagros no terminaron con los Apóstoles. La Iglesia registra miles de casos aprobados: desde Lourdes hasta los estigmas de San Pío, desde las curaciones inexplicables hasta las apariciones marianas. Dios sigue hablando, pero muchos han dejado de escuchar.
II. La Incredulidad Moderna: ¿Escepticismo o Orgullo?
Vivimos en la era de la «dictadura del racionalismo», donde lo que no puede medirse en un laboratorio se considera fantasía. Esta mentalidad ha infectado incluso a algunos católicos, que reducen los milagros a «metáforas» o «leyendas piadosas».
Pero el Catecismo es claro:
- «El milagro es un signo que manifiesta la omnipotencia de Dios» (CCC 548).
- «La fe no se opone a la razón», pero la trasciende (CCC 159).
Negar a priori los milagros puede ser síntoma de un corazón endurecido, como el del faraón que vio las plagas y aún así se negó a creer (Éxodo 8:15). No es pecado dudar (Dios comprende nuestra fragilidad), pero sí lo es cerrarse obstinadamente a la acción divina.
III. ¿Por Qué Algunos No Creen? Tres Razones Peligrosas
- El Prejuicio Cientificista: «Si la ciencia no lo explica, no existe». Error: la ciencia estudia lo natural; los milagros son sobrenaturales.
- El Miedo al Fanatismo: Temer caer en credulidad infantil es válido, pero la Iglesia investiga rigurosamente cada milagro antes de aprobarlo.
- La Falta de Conversión: Quien vive lejos de Dios difícilmente reconocerá su mano. Como dijo Jesús: «No creéis porque no sois de mis ovejas» (Juan 10:26).
IV. ¿Cómo Cultivar una Fe que Abrace lo Sobrenatural?
- Estudia los milagros aprobados (Fátima, Guadalupe, los prodigios eucarísticos).
- Pide a Dios ojos para ver, como el ciego de nacimiento (Juan 9).
- No confundas fe con ingenuidad: La Iglesia es madre y maestra, y nos guía para discernir.
V. Conclusión: Creer no es un Salto a lo Irracional, sino a lo Eterno
Dios no obliga a creer, pero nos invita a confiar. Como dijo San Agustín: «Creer para comprender, comprender para creer». En un mundo que idolatra la duda, los católicos estamos llamados a ser testigos de que el Cielo aún se abre.
«Bienaventurados los que no vieron y creyeron» (Juan 20:29). ¿Estás dispuesto a ser uno de ellos?
¿Y tú? ¿Has experimentado o conocido algún milagro? Comparte en comentarios cómo Dios ha obrado en tu vida. ¡La fe se fortalece con el testimonio!
[→ ¿Quieres profundizar? Te recomendamos «Los Milagros» del P. José Antonio Sayés y el documental «Signos de Dios» de EWTN].¿Te gustó este artículo? Compártelo y ayuda a otros a descubrir la belleza de la fe sobrenatural. ¡Dios te bendiga!