Cuando escuchamos la palabra «exorcismo», la mayoría de nosotros pensamos en imágenes dramáticas de películas o en relatos de posesiones demoníacas que han requerido la intervención de un sacerdote autorizado por la Iglesia. Sin embargo, pocos católicos son conscientes de que la Iglesia, en su antigua sabiduría, ha incluido ritos de exorcismo en muchas de sus celebraciones sacramentales. Y hay un exorcismo en particular que casi todos hemos recibido, pero del que rara vez se habla: el exorcismo contenido en el rito del matrimonio según el antiguo Ritual Romano.
¿Exorcismo en el matrimonio?
Sí, aunque no es algo ampliamente conocido en la actualidad, en la liturgia tradicional del matrimonio, antes de la reforma litúrgica del siglo XX, había oraciones específicas que pedían la protección contra la influencia del demonio sobre los esposos y su futura vida familiar. Estos exorcismos no tenían el carácter dramático de los exorcismos solemnes realizados en casos de posesión, pero sí cumplían una función crucial: proteger a los esposos del influjo del maligno y pedir la gracia de Dios para que su unión fuera fecunda y santa.
Este rito contenía súplicas a Dios para apartar toda influencia maligna del nuevo hogar que se iba a fundar y de la relación entre el esposo y la esposa. En cierto sentido, este exorcismo matrimonial era una declaración de guerra espiritual: la Iglesia, en su sabiduría, sabía que el demonio odia el matrimonio porque es imagen de la unión de Cristo y su Iglesia (Ef 5,25-32), y por eso busca destruirlo de múltiples maneras.
El matrimonio y la batalla espiritual
El matrimonio cristiano no es simplemente un contrato civil ni una relación basada solo en sentimientos. Es un sacramento, un signo visible de la gracia de Dios, y, por tanto, un objetivo constante de los ataques del demonio.
Desde el Génesis, el maligno ha buscado destruir la unión conyugal. Fue en el matrimonio de Adán y Eva donde sembró la discordia, el pecado y la ruptura de la relación con Dios. Y sigue haciéndolo hoy, promoviendo el divorcio, la infidelidad, el egoísmo y las ideologías que intentan redefinir el matrimonio según criterios meramente humanos, ignorando su esencia divina.
Por esta razón, en la liturgia tradicional, la Iglesia pedía expresamente la protección divina sobre los esposos, pues sabía que su unión no sería fácil y que estarían en una batalla constante contra las tentaciones del mundo, la carne y el demonio.
¿Cómo era el exorcismo en el rito del matrimonio?
El antiguo Ritual Romano contenía oraciones específicas que incluían súplicas para que Dios librara a los esposos de cualquier poder del maligno. En particular, había bendiciones sobre los anillos nupciales y sobre la esposa, acompañadas de signos de la cruz y fórmulas de exorcismo.
Uno de los momentos más significativos era la bendición del anillo matrimonial. Este no era simplemente un objeto simbólico, sino que se consideraba un signo de la alianza bendecida por Dios. La oración decía:
«Bendice, Señor, este anillo que damos en tu nombre. Concédele a quien lo lleva mantener una fe íntegra y una obediencia constante a tu voluntad.»
En la fórmula antigua, se rogaba para que el demonio no tuviera poder sobre la esposa, para que ella fuera fiel, pura y fuerte en su vocación. También se pedía por la fecundidad del matrimonio, invocando la protección de Dios sobre los hijos que nacerían de la unión.
En algunos ritos locales, incluso se bendecía el umbral del nuevo hogar de los esposos, implorando que fuera un lugar de paz, donde el maligno no pudiera entrar.
¿Por qué desapareció este exorcismo del matrimonio?
Con la reforma litúrgica tras el Concilio Vaticano II, muchas de estas oraciones fueron eliminadas del nuevo Ritual del Matrimonio. La razón principal fue un cambio en la comprensión de la liturgia: se buscó un lenguaje más positivo, centrado en la gracia y el amor de Dios, en lugar de poner énfasis en la lucha contra el demonio.
Sin embargo, esto no significa que el peligro espiritual haya desaparecido. De hecho, hoy más que nunca, el matrimonio enfrenta amenazas espirituales sin precedentes. La crisis de la familia, la confusión sobre la identidad y el rol del esposo y la esposa, y el desprecio por la fidelidad conyugal muestran que la batalla espiritual sigue vigente.
¿Es posible recuperar esta oración?
Aunque el exorcismo del matrimonio ya no se encuentra en el ritual moderno, los esposos pueden y deben pedir la bendición de Dios y la protección contra el maligno en su unión. Algunas maneras de hacerlo incluyen:
- Consagrar el matrimonio a la Virgen María y San José, pidiendo su intercesión y protección.
- Hacer bendecir el hogar por un sacerdote, especialmente con agua bendita y oraciones de liberación.
- Usar sacramentales, como medallas bendecidas y el agua bendita en la casa.
- Pedir a un sacerdote la bendición tradicional del anillo matrimonial, incluso si no se usó en la ceremonia.
- Rezar juntos diariamente, especialmente el Rosario, que es un arma poderosa contra el demonio.
- Vivir la vida sacramental, con la Eucaristía y la Confesión frecuente, para estar fortalecidos contra las tentaciones.
Conclusión: Un exorcismo necesario para nuestro tiempo
El matrimonio es una vocación sagrada y una lucha espiritual. Aunque el rito de exorcismo en el matrimonio haya desaparecido de la liturgia moderna, la necesidad de la protección divina sigue siendo la misma. La Iglesia nos enseña que el demonio no ha dejado de atacar el matrimonio y la familia, y por eso, como católicos, debemos ser conscientes de esta realidad y buscar la gracia de Dios para vivir nuestra vocación con fidelidad y amor.
Así que, si alguna vez pensaste que nunca habías recibido un exorcismo, ahora sabes que en tu matrimonio —o en el de tus padres o abuelos— la Iglesia ya había pedido la liberación del maligno. Y aunque la fórmula litúrgica haya cambiado, la lucha sigue vigente. Por eso, no debemos olvidar que cada matrimonio cristiano es una fortaleza que necesita ser defendida con la gracia de Dios.