El Concilio de Quinisexto (692 d.C.): La Consolidación de la Disciplina Eclesial y su Relevancia Hoy

En la historia de la Iglesia, hay concilios que han marcado hitos doctrinales, como Nicea (325 d.C.) o Éfeso (431 d.C.), que definieron dogmas fundamentales. Sin embargo, hay otros encuentros que, aunque menos conocidos, fueron cruciales en la organización y disciplina de la Iglesia. Uno de ellos es el Concilio de Quinisexto, celebrado en el año 692 en Constantinopla.

Este concilio, cuyo nombre significa literalmente «Quinto-Sexto» (porque se considera una extensión de los Concilios Ecuménicos V y VI), tuvo como propósito principal regular la vida eclesiástica a través de normas detalladas. En este artículo, exploraremos su origen, contexto histórico, decisiones principales y su impacto en la Iglesia de hoy.


1. Contexto Histórico: ¿Por qué se Convocó el Concilio?

El siglo VII fue un período de intensos desafíos para la cristiandad. El Imperio Bizantino, bajo el emperador Justiniano II, enfrentaba la amenaza del islam, que había conquistado vastos territorios cristianos en Oriente Medio y el norte de África. Al mismo tiempo, persistían tensiones teológicas y disciplinares entre Oriente y Occidente.

Los Concilios Ecuménicos V (553) y VI (680-681) se habían enfocado en la lucha contra herejías como el monotelismo (la idea de que Cristo tenía solo una voluntad divina y no humana). Sin embargo, no habían emitido cánones disciplinares, dejando vacíos en la legislación eclesiástica.

Ante esta situación, Justiniano II convocó el Concilio de Quinisexto en Constantinopla en el año 692. Su objetivo era establecer normas claras para la Iglesia y consolidar la disciplina eclesiástica en el Imperio Bizantino.


2. Desarrollo y Decisiones del Concilio

El concilio contó con la participación mayoritaria de obispos orientales. Entre sus más de 100 cánones, se abordaron temas de moral, liturgia y disciplina clerical. A continuación, algunos de los puntos más relevantes:

a) Reafirmación del Celibato Sacerdotal… con una Excepción

Mientras que en Occidente el celibato sacerdotal obligatorio ya se había consolidado, en Oriente se reafirmó la práctica de permitir que los sacerdotes y diáconos casados pudieran continuar su vida conyugal, aunque los obispos debían ser célibes.

b) Regulación de la Vida Monástica

El concilio insistió en la necesidad de que los monjes llevaran una vida de pobreza y obediencia estricta. Se prohibió que vivieran fuera de los monasterios sin permiso, para evitar desórdenes.

c) Liturgia y Prácticas Ascéticas

Se estableció que los fieles no debían ayunar los sábados (excepto en Semana Santa), en contraposición a algunas costumbres occidentales. También se prohibió el consumo de sangre y de alimentos sacrificados a los ídolos, en consonancia con el mandato de los Apóstoles en Hechos 15:29.

d) Prohibiciones Morales

El concilio fue muy claro en condenar el adulterio, la usura y las prácticas consideradas inmorales, exigiendo un comportamiento ejemplar a los clérigos y laicos.


3. Un Punto de Fricción: El Conflicto con Roma

Uno de los aspectos más controvertidos del Concilio de Quinisexto fue la aprobación de ciertos cánones que parecían rechazar costumbres occidentales, lo que causó fricciones con el Papa de Roma.

Por ejemplo, se criticaron algunas prácticas litúrgicas latinas y se insistió en que los diáconos orientales no debían usar ciertos ornamentos que eran comunes en Occidente.

El Papa Sergio I (687-701) se negó a aceptar el concilio en su totalidad, aunque varios de sus cánones fueron eventualmente adoptados en la Iglesia latina de manera individual. Esta diferencia marcó otro paso en la creciente división entre Oriente y Occidente, que culminaría con el Gran Cisma de 1054.


4. ¿Qué Nos Enseña Hoy el Concilio de Quinisexto?

Más de 1300 años después, el Concilio de Quinisexto sigue siendo un testimonio de la búsqueda de la Iglesia por mantener el orden y la santidad en la vida cristiana. ¿Qué lecciones podemos extraer para nuestro tiempo?

a) La Disciplina es Esencial en la Vida Cristiana

En un mundo donde muchas veces se relativizan las normas, el concilio nos recuerda que la vida cristiana necesita disciplina. San Pablo lo dice claramente:

«Todo atleta se impone una disciplina en todo; ellos lo hacen para ganar una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.» (1 Corintios 9:25)

b) La Unidad de la Iglesia Debe Ser Custodiada con Amor

Las diferencias entre Oriente y Occidente en el Concilio de Quinisexto nos enseñan que la unidad eclesial debe ser trabajada constantemente con humildad y caridad. Aunque las tensiones existan, Cristo mismo oró para que todos sus discípulos fueran uno (Juan 17:21).

c) La Iglesia Necesita Responder a los Desafíos de su Época

Así como este concilio enfrentó los desafíos morales y disciplinares de su tiempo, hoy la Iglesia sigue teniendo el deber de responder a los problemas actuales con fidelidad al Evangelio.


Conclusión: Un Concilio que Sigue Hablándonos Hoy

El Concilio de Quinisexto, aunque menos conocido que otros, dejó un impacto duradero en la disciplina eclesiástica. Fue una muestra del esfuerzo de la Iglesia por mantenerse firme en la moral y la liturgia en tiempos de cambios y conflictos.

Hoy, en una era de relativismo y crisis de valores, la Iglesia sigue necesitando normas claras y una vida disciplinada para mantenerse fiel a Cristo. Este concilio nos recuerda que la fe no es solo una cuestión de creencias, sino también de acciones concretas que reflejan el Evangelio.

Que al conocer más sobre nuestra historia eclesial, nos sintamos llamados a vivir con más profundidad nuestra vocación cristiana, con fidelidad a la enseñanza de Cristo y de su Iglesia.

«Seamos, pues, firmes en la fe y en la disciplina, para que un día podamos recibir la corona de la vida eterna.» (cf. Ap 2:10)

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Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

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