«Y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.» (1 Corintios 15:14)
En un mundo que cuestiona todo, donde el relativismo y el escepticismo intentan debilitar las verdades eternas, la Resurrección de Jesucristo se yergue como el acontecimiento más trascendental de la historia. No fue un mito, no fue una metáfora, no fue una «experiencia espiritual subjetiva». Jesús resucitó corporalmente, en carne y hueso, venciendo para siempre el poder del pecado y la muerte.
Hoy, más que nunca, necesitamos recordar y profundizar en esta verdad, porque es el fundamento de nuestra fe, la esperanza en medio del caos y la luz que disipa las tinieblas de este tiempo.
1. La Resurrección: Un Hecho Histórico y Sobrenatural
El Sepulcro Vacío: La Evidencia Irrefutable
Los Evangelios relatan con detalle cómo, al tercer día después de su crucifixión, el cuerpo de Jesús ya no estaba en la tumba. María Magdalena, Pedro y Juan corrieron al sepulcro y lo encontraron vacío (Juan 20:1-8). Pero no fue un robo, no fue una alucinación colectiva. Los enemigos de Cristo nunca pudieron presentar su cadáver, a pesar de que los guardias romanos custodiaban la tumba (Mateo 27:62-66).
Jesús se Aparece: No es un Fantasma
Algunos sugieren que la Resurrección fue «espiritual», que los discípulos solo «sintieron» su presencia. Pero el Evangelio es claro:
- Tocó y comió con ellos (Lucas 24:39-43): «Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved, porque un espíritu (πνεῦμα, pneuma) no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.»
- Tomás metió su mano en su costado (Juan 20:27): Jesús no era una aparición etérea, sino un cuerpo glorificado, real, tangible.
- Comió pescado delante de ellos (Lucas 24:42-43): Un espíritu no necesita alimento.
El término griego usado en los Evangelios es ἀνίστημι (anístēmi), que significa «levantarse físicamente», no una mera supervivencia espiritual.
2. La Teología de la Resurrección: ¿Por qué Importa que sea Corporal?
La Resurrección Confirma la Encarnación
Si Jesús solo hubiera resucitado «en espíritu», entonces su Encarnación (el hecho de que Dios se hiciera hombre) habría sido una farsa. Pero Él es verdadero Dios y verdadero Hombre, y su cuerpo resucitado es la prueba.
San Pablo lo explica: «Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó» (1 Corintios 15:16). Nuestra fe no es gnóstica (que desprecia la materia), sino que glorifica el cuerpo como templo del Espíritu Santo.
La Resurrección es la Primicia de la Nuestra
Cristo no resucitó solo para sí mismo, sino como «primicias de los que durmieron» (1 Corintios 15:20). Su cuerpo glorificado es la promesa de que nosotros también resucitaremos. No seremos almas flotando en el cielo, sino seres completos, cuerpo y alma, en la Nueva Creación.
3. La Resurrección en el Mundo Actual: ¿Por qué Sigue Siendo Revolucionaria?
Hoy, muchos niegan lo sobrenatural, reduciendo la fe a un mero sentimiento. Pero la Resurrección es un desafío al materialismo moderno, que dice que solo existe lo que vemos y tocamos.
- Contra el secularismo: La Resurrección prueba que Dios intervino en la historia.
- Contra el relativismo: Es un hecho objetivo, no una «verdad personal».
- Contra la desesperanza: Es la garantía de que el mal no tiene la última palabra.
4. ¿Cómo Vivir como Testigos de la Resurrección?
a) Con Fe Audaz
Si Cristo venció la muerte, ¿qué temor podemos tener? En medio de las crisis, debemos recordar: «No temáis, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).
b) Con Alegría Inquebrantable
Los primeros cristianos no se escondían: salían a proclamar «¡Cristo vive!» con valentía. Nuestra alegría debe contagiar a un mundo deprimido.
c) Con Caridad Concreta
Jesús resucitado le dijo a Pedro: «Apacienta mis ovejas» (Juan 21:17). La Resurrección nos impulsa a servir, a amar, a transformar la sociedad.
Conclusión: ¡Él Vive, y Nosotros Viviremos con Él!
La Resurrección no es un cuento. Es el evento que divide la historia, que da sentido al sufrimiento, que asegura nuestra esperanza.
Hoy, como hace 2000 años, el mismo Cristo resucitado nos dice: «No temáis. Yo soy el Primero y el Último, el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 1:17-18).
¿Crees esto? Entonces vive como resucitado. Anúncialo. Sé luz. Porque Él, verdaderamente, ha resucitado. ¡Aleluya!