La Asunción de María: ¿Tiene base bíblica o es ‘invención católica’?

Un recorrido teológico, espiritual y pastoral por uno de los dogmas más hermosos del catolicismo


Introducción: ¿Tradición o invención?

La Asunción de la Virgen María al cielo en cuerpo y alma, celebrada cada 15 de agosto, es uno de los dogmas más amados y, al mismo tiempo, más cuestionados del catolicismo. Para muchos católicos, es un misterio que irradia esperanza y belleza; para otros, especialmente desde ciertas corrientes protestantes o incluso dentro de un catolicismo mal catequizado, es vista como una invención tardía, sin base en la Sagrada Escritura. ¿Tiene entonces fundamento bíblico y teológico? ¿Por qué fue proclamada como dogma de fe? ¿Y qué significa, en lo concreto, para nosotros hoy?

Vamos a adentrarnos en esta verdad de fe con ojos iluminados por la razón, la Escritura, la Tradición y la teología, y con un corazón dispuesto a descubrir la belleza de la maternidad glorificada de María.


1. ¿Qué enseña la Iglesia sobre la Asunción?

El 1 de noviembre de 1950, el Papa Pío XII proclamó solemnemente el dogma de la Asunción con la constitución apostólica Munificentissimus Deus:

“…la Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo”.

Este dogma no define cómo ni cuándo ocurrió la Asunción (aunque la tradición sostiene que sucedió en Jerusalén o Éfeso). Lo central es que María no experimentó la corrupción del sepulcro, sino que fue glorificada por Dios al final de su vida, en cuerpo y alma, como primicia de lo que nos espera a todos los redimidos.


2. ¿Tiene base bíblica la Asunción?

Aunque la palabra «Asunción» no aparece literalmente en la Biblia (como tampoco lo hacen «Trinidad» o «encarnación»), la doctrina está profundamente enraizada en la Revelación, tanto en la Escritura como en la Tradición.

a. Pistas en el Antiguo Testamento

Ya en el Antiguo Testamento encontramos antecedentes que preparan esta verdad:

  • Henoc fue “arrebatado” por Dios (cf. Gn 5,24).
  • Elías fue llevado al cielo “en un torbellino” con un carro de fuego (cf. 2 Re 2,11).

Estas figuras prefiguraban la posibilidad de que un ser humano fuese glorificado sin experimentar la corrupción del sepulcro. ¿Y si esto fue posible en ellos, cuánto más en la Madre del Salvador, llena de gracia y sin pecado original?

b. Apocalipsis 12: La Mujer vestida de sol

El pasaje más citado por la teología mariana es Apocalipsis 12,1:

“Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”.

Aunque algunos lo interpretan como símbolo del pueblo de Dios o de la Iglesia, la Tradición católica ha visto en esta mujer también una figura de María glorificada en el cielo. Ella aparece en el cielo, como reina, madre del Mesías y triunfadora sobre el Dragón (Satanás). Es una imagen clara de exaltación, victoria y gloria.

c. San Pablo: la glorificación del cuerpo

En 1 Corintios 15, el apóstol Pablo enseña que al final de los tiempos, los cuerpos de los fieles serán glorificados:

“Lo que se siembra corruptible, resucita incorruptible […] Porque es necesario que este cuerpo corruptible se vista de incorrupción” (1 Co 15,42-53).

María anticipa lo que la Iglesia espera al final de los tiempos: ella ya participa de la gloria futura que nosotros esperamos alcanzar en la resurrección.


3. Fundamento en la Tradición Apostólica

Desde los primeros siglos, los cristianos han creído que el cuerpo de María no conoció la corrupción. Aunque la Biblia guarda silencio sobre el momento de su muerte, los Padres de la Iglesia, liturgias antiguas y homilías patrísticas apuntan hacia la fe constante del pueblo cristiano.

  • San Juan Damasceno (s. VIII), en su homilía sobre la Dormición, decía:

“Era necesario que aquella que llevó en su seno al Autor de la vida, fuera llevada a la vida por Él”.

  • Gregorio de Tours (s. VI), recoge la creencia de que “su cuerpo fue llevado al cielo”, y no encontrado en la tumba.

Además, no existe en la Iglesia primitiva ningún relicario que contenga los restos corporales de la Virgen, a diferencia de tantos mártires y santos venerados desde los primeros siglos.


4. ¿Por qué es importante este dogma?

La Asunción no es solo una exaltación de María, sino una promesa para toda la humanidad redimida. Ella es modelo de la Iglesia y primicia de nuestra glorificación futura.

a. María como “Arca de la Nueva Alianza”

En el Antiguo Testamento, el Arca contenía la Palabra (las tablas de la Ley) y fue tratada con reverencia. En María habitó la Palabra hecha carne. En Ap 11,19 —justo antes de la visión de la mujer vestida de sol— se nos dice:

“Fue abierto el templo de Dios en el cielo, y el arca de su alianza apareció en su templo”.

Los Padres vieron aquí una clara alusión a María, el Arca viviente, ahora glorificada en el cielo.

b. La Asunción, signo de esperanza escatológica

El Catecismo de la Iglesia Católica lo expresa así:

“La Asunción de la Virgen es una participación singular en la resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos” (CIC §966).

María ya vive lo que nosotros esperamos. Por eso su Asunción es signo de esperanza, especialmente en un mundo herido por la desesperanza, el dolor y la muerte.


5. Aplicaciones prácticas y guía espiritual

¿Qué tiene que ver todo esto con nuestra vida cotidiana? Mucho más de lo que parece.

a. Nuestra vocación a la gloria

En un mundo que exalta lo inmediato, lo carnal, lo material, la Asunción nos recuerda que estamos llamados a la eternidad, a la unión plena con Dios, en alma y cuerpo. Somos templo del Espíritu Santo y nuestro cuerpo no está destinado a la corrupción final, sino a la resurrección gloriosa.

“El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor para el cuerpo” (1 Co 6,13).

La Asunción de María nos invita a vivir con dignidad, con pureza, con esperanza escatológica.

b. Consuelo en el sufrimiento

Ante el dolor, la pérdida o el miedo a la muerte, María asunta es una madre gloriosa que intercede por nosotros, nos mira desde el cielo y nos asegura que el final de la historia es la vida eterna.

c. Escuela de humildad y confianza

María no fue glorificada por méritos propios, sino por la gracia de Dios. Su vida fue de servicio, silencio y fidelidad. Su grandeza fue su pequeñez:

“El Señor ha mirado la humildad de su esclava…” (Lc 1,48).

Imitar a María en su fe, en su entrega y en su humildad es el camino más seguro hacia nuestra propia glorificación futura.


Conclusión: ¿Invención o tesoro?

La Asunción no es una invención, sino una verdad revelada en forma progresiva por el Espíritu Santo a lo largo de los siglos, reconocida por el Magisterio, enraizada en la Tradición y consonante con la Escritura. Es un dogma que mira al cielo, pero con los pies en la tierra, porque nos ayuda a vivir con más esperanza, pureza, y sentido trascendente.

El cristianismo no es la religión de la muerte, sino de la Vida que vence a la muerte. Y en María, primera redimida, se nos da una imagen viva de lo que nos espera si seguimos a Cristo con fidelidad.


Oración final

Santa María, asunta al cielo, Madre nuestra,
tú que has sido elevada en cuerpo y alma a la gloria,
enséñanos a vivir con los ojos puestos en el cielo
y el corazón lleno de caridad.
Alcánzanos la gracia de vivir con pureza,
de sufrir con esperanza
y de morir con la confianza puesta en tu Hijo.
Amén.

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Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

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