¡Laus Deo! El Clamor de la Creación y el Corazón del Hombre

En un mundo donde el ruido y la distracción ahogan el alma, hay dos palabras que resuenan a través de la historia, la liturgia y el corazón de cada creyente: Laus Deo, que en latín significa Alabado sea Dios. Estas palabras no son un simple eslogan religioso ni una expresión vacía, sino un recordatorio profundo de la razón última de nuestra existencia. Pero, ¿qué significa realmente Laus Deo? ¿Por qué es tan relevante para el cristiano de hoy? ¿Cómo podemos integrar esta alabanza en nuestra vida diaria?

Este artículo explora la riqueza teológica y espiritual de Laus Deo, su importancia en la tradición católica y cómo esta actitud de alabanza transforma la vida cotidiana del creyente.

1. Laus Deo: El Corazón de la Fe Cristiana

La alabanza es la forma más pura de oración. Mientras que la súplica busca, la acción de gracias reconoce, y la contrición implora misericordia, la alabanza es un acto desinteresado: glorifica a Dios simplemente porque Él es Dios.

Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Sagrada Escritura está impregnada de este espíritu de alabanza. En el Salmo 150, la invitación es clara y universal:

«¡Alaben al Señor en su santuario, alábenlo en su poderoso firmamento! […] Todo ser que respira alabe al Señor». (Salmo 150, 1-6)

Jesús mismo vivió Laus Deo. En su oración al Padre, en la Última Cena, pronunció palabras de alabanza:

«Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sabía que siempre me escuchas» (Jn 11, 41-42).

La Virgen María, en el Magníficat, proclama:

«Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador» (Lc 1, 46-47).

Y en el Apocalipsis, la liturgia celestial culmina con un coro eterno de Laus Deo:

«Bendición, honor, gloria y poder sean dadas al que está sentado en el trono y al Cordero, por los siglos de los siglos» (Ap 5, 13).

La alabanza es la respiración del alma redimida. No es opcional ni reservada para unos pocos: es la vocación de todo ser humano.

2. Laus Deo en la Tradición de la Iglesia

Desde los primeros cristianos hasta nuestros días, la Iglesia ha mantenido Laus Deo en el centro de su vida.

  • La Liturgia: La Santa Misa es el acto supremo de alabanza. Cada Gloria, cada Sanctus, cada Aleluya es un eco de Laus Deo.
  • La Vida Monástica: San Benito estableció el Ora et Labora, donde el trabajo y la oración están impregnados de alabanza a Dios.
  • Grandes Construcciones Cristianas: En la cúspide del Obelisco de Washington se encuentra la inscripción Laus Deo, recordándonos que todo logro humano debe estar orientado a Dios.

Incluso en tiempos de persecución, los mártires han elevado su último aliento en Laus Deo, siguiendo el ejemplo de Cristo en la cruz:

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23, 46).

3. ¿Por qué Necesitamos Laus Deo Hoy?

Vivimos en una era de ansiedad, materialismo y desesperanza. Muchos buscan sentido en ideologías pasajeras, en la tecnología o en el placer, pero nada sacia el alma como la alabanza a Dios.

La Alabanza Nos Libera

Cuando alabamos a Dios, quitamos la mirada de nosotros mismos y la fijamos en Él. La alabanza es el antídoto contra la autosuficiencia, la soberbia y la desesperanza.

La Alabanza Nos Conecta con el Cielo

Cada vez que decimos Laus Deo, nos unimos a la liturgia celestial. San Agustín decía que quien canta bien, ora dos veces; pero quien alaba, anticipa la eternidad.

La Alabanza Transforma el Dolor

Los santos entendieron que la alabanza es más poderosa cuando se ofrece en medio del sufrimiento. Santa Teresa de Lisieux decía:

«¡Dios mío, te amo!»; y al final de su vida, entre dolores, seguía repitiendo: «Todo es gracia».

San Pablo y Silas fueron encarcelados y, en lugar de quejarse, cantaban himnos a Dios (Hch 16, 25).

4. Cómo Integrar Laus Deo en la Vida Cotidiana

No basta con comprender la alabanza; debemos practicarla. Aquí algunas formas de hacerlo:

  1. Empieza y termina el día con Laus Deo
    • Al despertar, di: «Laus Deo! Gracias, Señor, por este nuevo día».
    • Al acostarte, repasa el día y alaba a Dios por cada bendición.
  2. Transforma tu trabajo en un acto de alabanza
    • Ofrece cada tarea a Dios: «Señor, esto es para Ti».
    • Enfócate en servir a los demás con amor.
  3. Alaba a Dios en la adversidad
    • Cuando enfrentes problemas, di: «Señor, en todo momento, Laus Deo!«.
    • Recuerda que Dios saca bien del mal.
  4. Usa la música y la oración
    • Escucha himnos, salmos y cantos de alabanza.
    • Reza con los salmos, especialmente el 145-150.
  5. Evangeliza con Laus Deo
    • Comparte mensajes de esperanza y fe.
    • Sé testimonio de alegría cristiana.

Conclusión: El Eco Eterno de Laus Deo

Laus Deo no es solo una expresión piadosa, es el propósito de nuestra vida. Alabar a Dios nos hace más humanos, más felices y más libres. Nos conecta con nuestra verdadera identidad y con nuestra meta final: el cielo.

No esperemos a un momento especial para decir Laus Deo. Hagámoslo ahora, aquí, en cada palabra y en cada acción. Que nuestra vida sea un cántico de alabanza que resuene en la eternidad.

¡Laus Deo! ¡Ahora y siempre!

Acerca de catholicus

Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

Ver también

Da Pacem Domine: El clamor milenario por la paz que hoy más que nunca necesitamos

Introducción: Un canto que atraviesa los siglos En tiempos de guerras, tensiones sociales, polarizaciones ideológicas …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: catholicus.eu