Vivimos en tiempos en los que el lenguaje del amor y la tolerancia se ha convertido en la bandera de una nueva forma de relativismo moral. Bajo la apariencia de bondad, comprensión y «no juzgar», esta ideología se infiltra en la sociedad, en las iglesias y especialmente en las redes sociales. Se presenta como una doctrina de inclusión y aceptación, pero en realidad mina los fundamentos de la verdad y la moral católica.
El relativismo moral: el veneno disfrazado de virtud
El relativismo moral no es un fenómeno nuevo. San Pío X lo combatió en su lucha contra el modernismo, San Juan Pablo II lo denunció en su famosa expresión «dictadura del relativismo», y Benedicto XVI lo señaló como uno de los grandes males de nuestro tiempo. Sin embargo, lo que lo hace especialmente peligroso en la actualidad es su nueva estrategia de seducción: el disfraz de amor y tolerancia.
Este relativismo sostiene que no existe una verdad absoluta y que cada persona tiene su propia «verdad». En términos prácticos, esto significa que cualquier conducta puede ser justificada si se fundamenta en sentimientos o experiencias personales. Esta mentalidad se ha convertido en un dogma incuestionable en las redes sociales, donde la moral objetiva es tachada de «intolerancia», y cualquier intento de corrección fraterna es visto como un acto de odio.
El relativismo en las redes sociales: la nueva inquisición del pensamiento único
Las redes sociales han amplificado esta nueva forma de herejía. Plataformas como Twitter, Instagram, TikTok y Facebook se han convertido en tribunales de opinión donde cualquier voz que defienda la moral tradicional es rápidamente silenciada o ridiculizada.
Frases como «Dios es amor, no juzgues» o «Vive y deja vivir» son utilizadas para justificar cualquier comportamiento contrario a la moral cristiana. Se predica un amor sin verdad, una tolerancia sin límites y un cristianismo sin cruz. Los valores evangélicos se diluyen en un sentimentalismo vacío que rechaza la conversión y el sacrificio.
Uno de los principales problemas de este relativismo digital es que no solo corrompe la fe de los creyentes, sino que también impide la evangelización. La corrección fraterna, tan necesaria en la vida cristiana, es ahora vista como un ataque personal. La verdad es considerada ofensiva, y la moral católica, obsoleta.
El peligro del «cristianismo light»
Este relativismo moral ha dado origen a una versión diluida del cristianismo que se acomoda al espíritu del mundo. Es un «cristianismo light», sin exigencias, sin doctrina, sin pecado ni necesidad de conversión. En este nuevo evangelio, Dios ya no llama a la santidad, sino que simplemente «acepta a todos como son», sin necesidad de arrepentimiento.
Sin embargo, la Escritura nos enseña algo muy distinto. Jesús acogía a los pecadores, pero siempre los llamaba a la conversión: «Vete y no peques más» (Juan 8,11). San Pablo, en su carta a los Romanos, advierte sobre aquellos que «cambian la verdad de Dios por la mentira» (Romanos 1,25). La misericordia divina es infinita, pero requiere arrepentimiento y conversión.
Este cristianismo diluido, promovido en redes sociales por influencers, celebridades y hasta algunos teólogos progresistas, es una de las mayores amenazas espirituales de nuestro tiempo. Se presenta como un mensaje de amor, pero en realidad es una traición a la Verdad.
Cómo resistir la herejía del relativismo moral
1. Conocer la doctrina católica
Para no ser arrastrados por esta corriente, es fundamental conocer la enseñanza de la Iglesia. La apologética católica es una herramienta clave para defender la fe en un mundo que relativiza todo. Leer el Catecismo de la Iglesia Católica, los escritos de los Padres de la Iglesia y las encíclicas papales nos ayudará a discernir la verdad de la mentira.
2. Ser testigos valientes en las redes sociales
No podemos callarnos ante el error. Como católicos, tenemos la responsabilidad de defender la verdad con caridad y firmeza. Publicar contenidos fieles al Magisterio, compartir reflexiones basadas en la Escritura y corregir con amor a quienes difunden errores doctrinales son formas de evangelizar en el mundo digital.
3. Recuperar el sentido del pecado
Una de las estrategias del relativismo es eliminar el sentido del pecado. Si todo es válido y nada es objetivamente malo, entonces no hay necesidad de conversión. Pero la enseñanza de Cristo es clara: «Si no os convertís, todos pereceréis» (Lucas 13,5). Recuperar el sentido del pecado nos ayuda a vivir en gracia y nos protege de las falsas doctrinas.
4. No ceder al miedo a la censura
Las redes sociales han establecido un sistema de censura para quienes defienden la verdad. Sin embargo, la historia de la Iglesia nos muestra que los cristianos siempre han sido perseguidos cuando se han mantenido fieles al Evangelio. Como dijo el Señor: «Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan por mi causa» (Mateo 5,11).
Conclusión: Volver a Cristo, la Verdad Absoluta
El amor y la tolerancia son valores cristianos, pero nunca deben ser utilizados para justificar el error o el pecado. Cristo nos enseñó que Él es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Juan 14,6). No podemos aceptar un cristianismo que rechaza la cruz, que diluye la verdad y que acomoda la fe a las modas del mundo.
El relativismo moral, disfrazado de amor y tolerancia, es una herejía moderna que se ha extendido peligrosamente en redes sociales y en la sociedad en general. Como católicos, estamos llamados a combatirla con firmeza, con caridad y con la certeza de que solo la Verdad nos hará libres (Juan 8,32).
Es momento de despertar. No podemos seguir permitiendo que la falsa misericordia eclipse la justicia divina. La fe auténtica exige fidelidad, y la fidelidad exige valentía. Que la Virgen María, Madre de la Verdad, nos ayude a mantenernos firmes en la fe y a no ceder ante los engaños del mundo.