Kerygma: El núcleo del Evangelio que hasta un niño puede explicar

Una guía profunda, actual y accesible para redescubrir el corazón del cristianismo


1. ¿Qué es el Kerygma?

El término Kerygma proviene del griego kērygma, que significa proclamación o anuncio. En su raíz está el verbo kērýssein, que significa “proclamar como un heraldo”. En el contexto cristiano, el kerygma es el anuncio esencial del Evangelio, el núcleo vital del mensaje que Cristo confió a los apóstoles: la proclamación de su muerte y resurrección, y la invitación a la conversión para la salvación.

Es tan sencillo que hasta un niño puede entenderlo, y tan profundo que puede sostener toda una vida de fe, e incluso toda una civilización. El Kerygma no es simplemente una doctrina o una moral; es un anuncio de vida, un mensaje que cambia corazones y transforma destinos.


2. El Kerygma en las Escrituras: Una proclamación apostólica

Desde el primer momento tras Pentecostés, los apóstoles proclamaron el Kerygma con fuerza y sencillez. No comenzaron explicando tratados filosóficos o complejas teologías. Su primer impulso fue anunciar a Cristo crucificado y resucitado.

San Pedro, en su discurso en Pentecostés (Hechos 2), lo expresa con claridad:

“A este Jesús, Dios lo resucitó, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado por la diestra de Dios, […] sepa pues con certeza toda la casa de Israel, que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús, a quien vosotros crucificasteis.”
(Hechos 2,32-36)

Este es el corazón del Kerygma:

  1. Dios te ama y te ha creado para una relación con Él.
  2. El pecado nos separa de Dios.
  3. Jesús murió por nuestros pecados.
  4. Dios lo resucitó y vive.
  5. Nos llama a la conversión, al arrepentimiento y a recibir el don del Espíritu Santo.
  6. Entramos en una nueva vida en Cristo y en su Iglesia.

3. ¿Por qué es tan importante el Kerygma hoy?

En una época marcada por el relativismo, la confusión moral y el cansancio espiritual, es fácil caer en la tentación de reducir el cristianismo a una ética social, a una espiritualidad “suave” o a una estructura ritual sin vida.

Pero el cristianismo no comienza con una regla, sino con una Persona: Jesucristo.

El papa Francisco lo expresó con fuerza en Evangelii Gaudium:

“En el centro del Evangelio está la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado” (EG, 36).

Y más profundamente aún, dijo:

“No se debería pensar que en la catequesis el Kerygma queda relegado al momento de la primera evangelización, como si se le pudiera olvidar para dar lugar a una formación supuestamente más sólida. Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio” (EG, 165).

Hoy más que nunca, la Iglesia necesita volver al Kerygma. Porque es lo único capaz de encender un fuego nuevo en los corazones apagados, de devolver la esperanza a las almas heridas, de rescatar a los que están perdidos. No hay pastoral que funcione sin el Kerygma. No hay catequesis que dé fruto si no parte del encuentro con Cristo vivo.


4. Dimensión teológica del Kerygma: Más que un resumen

Aunque parezca una fórmula sencilla, el Kerygma condensa toda la teología cristiana en semilla. Como el ADN de un cuerpo contiene toda su estructura, el Kerygma contiene las verdades esenciales de la fe:

  • Cristología: proclama que Jesús es el Hijo de Dios, verdadero Dios y verdadero hombre, muerto y resucitado.
  • Soteriología: anuncia que su muerte tiene poder redentor; que fuimos salvados no por nuestros méritos, sino por gracia.
  • Neumatología: abre la puerta al Espíritu Santo, que actúa hoy como en Pentecostés.
  • Eclesiología: nos invita a entrar en la Iglesia, el cuerpo de Cristo, donde vivimos esta salvación.
  • Escatología: recuerda que todo se dirige a la plenitud en la vida eterna con Dios.

El Kerygma, por tanto, no es opcional. Es la “puerta de entrada” a todo el edificio de la fe. Como decía el beato Pablo VI en Evangelii Nuntiandi (n. 27):

“No hay verdadera evangelización mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el Reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios.”


5. El Kerygma es para todos: Pastoral y misión

Uno de los grandes errores pastorales contemporáneos ha sido suponer que el Kerygma es solo para los “nuevos”, para los alejados, para los que no conocen a Cristo. Nada más lejos de la realidad.

Todos necesitamos ser evangelizados continuamente.

El cristiano no puede dejar nunca de volver a escuchar este anuncio esencial. Porque en la vida hay caídas, sequedades, rutinas… y el Kerygma renueva el alma como la lluvia la tierra reseca.

Pastoralmente, esto tiene consecuencias muy concretas:

  • En la catequesis: no puede comenzar con mandamientos ni sacramentos sin antes anunciar a Jesús vivo.
  • En la predicación: todo sermón debe tener un tono kerygmático, no solo moral o doctrinal.
  • En la familia: los padres deben anunciar el amor de Dios a sus hijos con palabras sencillas y testimonios sinceros.
  • En los sacramentos: la confesión, la eucaristía, incluso el bautismo deben estar rodeados de este anuncio vital.

6. Cómo vivir el Kerygma en lo cotidiano

El Kerygma no es solo un mensaje que se escucha. Es una verdad que se vive. Aterrizarlo en nuestra vida diaria es lo que permite que se convierta en el motor de nuestro ser cristiano.

a) Agradece cada día la salvación

Levántate cada mañana diciendo: “¡Gracias, Jesús, porque me amaste y moriste por mí!”. Esto cambia el tono de tu día.

b) Arrepiéntete con frecuencia

No hay anuncio de salvación sin conciencia de pecado. Examina tu vida con humildad. Pide perdón. Acércate al sacramento de la reconciliación.

c) Habla de Jesús

Sí, háblales a otros. Tus hijos, tus amigos, tus compañeros de trabajo. No impongas, pero proclama con alegría que Jesús está vivo y que tú lo conoces.

d) Vive en comunidad

Busca formar parte activa de una comunidad cristiana que viva el Evangelio desde el corazón. Donde haya anuncio, fraternidad, caridad, oración.

e) Confía en el poder del Espíritu Santo

No estás solo. El mismo Espíritu que resucitó a Jesús vive en ti. Confía, pide su fuerza, deja que te guíe.


7. El Kerygma en palabras de un niño

Un catequista contaba que una vez le pidió a un niño de siete años que explicara por qué era cristiano. Él respondió:

“Porque Jesús me quiere, murió por mí, y ahora vive conmigo”.

Esa es la esencia misma del Kerygma. Sin complicaciones. Sin adornos. Solo la verdad que salva.


8. Conclusión: Volver al principio

Volver al Kerygma no es retroceder. Es ir al centro, al fuego que da calor a todo lo demás. Es permitir que el anuncio primero sea también el último: Cristo vive y te ama. Él ha vencido al pecado y a la muerte. Y te llama por tu nombre.

Hoy, más que nunca, la Iglesia necesita heraldos del Kerygma. Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, laicos y consagrados, que no se avergüencen de proclamar lo esencial. Que lo vivan. Que lo anuncien con amor y alegría.

“¡Ay de mí si no evangelizare!”
(1 Corintios 9,16)


Reza, proclama, vive el Kerygma.

Porque en él está la Vida. Y esa Vida… se llama Jesucristo.

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Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

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