El ‘Hades’ y el ‘Seol’: ¿Qué dice la Biblia sobre el inframundo antes de Cristo?

La existencia del más allá ha sido un tema central en la fe cristiana y en toda la historia de la humanidad. Desde los tiempos del Antiguo Testamento, las Sagradas Escrituras hablan de un lugar donde van las almas después de la muerte, llamado «Seol» en hebreo y «Hades» en griego. Pero, ¿qué significa exactamente este concepto? ¿Cómo lo entendían los judíos antes de Cristo? ¿Y qué nos enseña la revelación cristiana sobre este misterio?

En este artículo, exploraremos a fondo la realidad del Seol y del Hades según la Biblia y la tradición cristiana. Además, veremos cómo esta enseñanza sigue siendo relevante para nuestra vida espiritual hoy.


1. ¿Qué es el Seol en el Antiguo Testamento?

En la mentalidad hebrea, el Seol es el lugar de los muertos. No es exactamente un cielo ni un infierno, sino una morada sombría donde van todas las almas después de la muerte, justos e injustos por igual. En el Antiguo Testamento, se describe como un lugar de oscuridad y silencio:

«Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?» (Salmo 6,5)

El Seol es, en cierta medida, una especie de «sombra» de la existencia humana, un lugar de espera donde los muertos no tienen contacto con los vivos ni pueden alabar a Dios activamente. Sin embargo, no se trata de una condena definitiva, sino más bien de un estado intermedio.


2. El Hades en la tradición griega y su uso en el Nuevo Testamento

Cuando el Antiguo Testamento fue traducido al griego en la Septuaginta (versión conocida como la LXX), la palabra hebrea Seol fue traducida como Hades, un término tomado de la mitología griega. Sin embargo, en el contexto bíblico, Hades no se refiere a un reino pagano de dioses y castigos, sino al mismo concepto hebreo del Seol: la morada de los muertos.

En el Nuevo Testamento, Jesús y los apóstoles usan el término Hades para referirse a este lugar de espera. Por ejemplo, en la parábola del rico y Lázaro (Lucas 16,19-31), Jesús describe cómo el rico va al Hades en tormento, mientras que Lázaro es llevado al «seno de Abraham», un lugar de consuelo dentro del mismo ámbito de los muertos.

«Y en el Hades, en medio de sus tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham y a Lázaro en su seno.» (Lucas 16,23)

Esta parábola revela una importante distinción dentro del inframundo: no es un único destino indiferenciado, sino que dentro del Hades existía una separación entre los justos y los condenados.


3. ¿Qué ocurrió con el Hades y el Seol tras la muerte de Cristo?

Uno de los momentos más misteriosos y profundos de la fe cristiana es el descenso de Cristo al Hades, que proclamamos en el Credo: «descendió a los infiernos». Pero, ¿qué significa esto?

Cristo, después de su muerte en la cruz, bajó al Seol para liberar a los justos que esperaban la redención. No se trató de un sufrimiento, sino de un acto de victoria: Jesús venció la muerte y abrió las puertas del cielo.

San Pedro lo expresa de esta manera:

«Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios; muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu, en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados.» (1 Pedro 3,18-19)

Con la resurrección de Cristo, el Seol perdió su función original. Desde entonces, las almas de los justos ya no descienden a ese lugar de espera, sino que entran directamente en la gloria del cielo.


4. Relevancia teológica y aplicación en la vida cristiana

a) El Seol nos recuerda la realidad de la muerte y la esperanza en Cristo

El concepto del Seol y el Hades nos muestra que la muerte no es el fin, sino un tránsito. Para los antiguos, era un lugar de espera; para nosotros, es la puerta hacia la vida eterna con Dios. Esto nos invita a vivir con una perspectiva eterna, poniendo nuestra confianza en Cristo, quien ha vencido la muerte.

b) El descenso de Cristo al Hades nos da seguridad en la misericordia de Dios

El hecho de que Jesús descendiera al Seol significa que no hay lugar donde la gracia de Dios no pueda alcanzar. Incluso en la muerte, Cristo trajo salvación. Esto nos consuela cuando recordamos a nuestros seres queridos fallecidos: sabemos que la misericordia de Dios es más grande que cualquier destino humano.

c) El llamado a vivir con sabiduría y vigilancia

La enseñanza sobre el Seol y el Hades también nos llama a tomar en serio nuestra vida espiritual. Jesús dejó claro en la parábola del rico y Lázaro que nuestra vida presente tiene consecuencias eternas. No basta con evitar el mal; debemos buscar activamente la santidad, la caridad y la justicia.

«Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.» (Mateo 25,13)


5. Conclusión: El Seol ha sido vencido por Cristo

El misterio del Seol y del Hades nos muestra la profunda historia de la salvación. Antes de Cristo, era un lugar de espera; después de su victoria en la cruz, se convirtió en testimonio de la redención.

Hoy, esta enseñanza nos invita a vivir con esperanza y responsabilidad, sabiendo que nuestra vida terrenal es solo el inicio de una existencia eterna en Dios. Nos anima a confiar en la misericordia de Cristo y a vivir cada día preparados para el encuentro definitivo con Él.

Que esta reflexión nos ayude a mirar nuestra vida con los ojos de la eternidad, poniendo nuestra confianza en Aquel que venció la muerte y nos abrió las puertas del cielo.


¿Cómo aplicar esta enseñanza en tu vida?

  • Medita sobre la realidad de la muerte, no con temor, sino con esperanza en la resurrección.
  • Vive cada día con la conciencia de que nuestras acciones tienen consecuencias eternas.
  • Confía en la misericordia de Dios y reza por las almas de los difuntos.
  • Refuerza tu fe en la resurrección de Cristo y su promesa de vida eterna.

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Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

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