¡El Gloria Vuelve en Pascua! El Profundo Significado de Romper el Silencio Litúrgico

«Y de repente… ¡Gloria a Dios en el cielo!»

Durante cuarenta largos días, la Iglesia ha guardado un solemne silencio. No se ha escuchado el himno más jubiloso de la liturgia: el Gloria. Las palabras que los ángeles cantaron en Belén («Gloria in excelsis Deo») han estado ausentes, como un eco lejano, esperando el momento preciso para estallar de nuevo en alabanza.

Pero llega la Vigilia Pascual… y entonces, la Iglesia «rompe» sus propias reglas. El órgano suena con fuerza, los cirios iluminan el templo, y el sacerdote, con voz clara, entona: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor».

¿Por qué este cambio? ¿Por qué este «quiebre» litúrgico? La respuesta no es un simple capricho, sino un profundo mensaje teológico que atraviesa siglos de tradición y fe.


I. El Silencio del Gloria: Un Ayuno Litúrgico

El tiempo de Cuaresma es un período de penitencia, reflexión y preparación. La Iglesia, en su sabiduría, nos invita a un «ayuno de alabanza», privándonos del Gloria y del Aleluya como signos de duelo por nuestros pecados y en solidaridad con Cristo, que se prepara para su Pasión.

Este silencio no es casual. En la antigüedad cristiana, el Gloria era un canto reservado solo para grandes solemnidades, como la Navidad y la Pascua. Su ausencia durante la Cuaresma nos hace anhelar la alegría de la Resurrección, como el pueblo de Israel anhelaba la Tierra Prometida.

«Por eso, ahora, dice el Señor: vuelve a mí con todo tu corazón, con ayuno, con llanto y lamento. Rasgad vuestros corazones y no vuestros vestidos.» (Joel 2,12)


II. La Explosión de Alegría en Pascua: ¿Por Qué se «Rompe» la Regla?

La Vigilia Pascual no es una misa más. Es la Madre de todas las Vigilias, la noche en que la Iglesia celebra el triunfo de Cristo sobre la muerte. Y aquí, la liturgia «rompe» el ayuno porque la Resurrección lo cambia todo.

1. El Gloria: La Voz de los Ángeles que Anuncian la Victoria

Cuando el sacerdote canta el Gloria en la noche de Pascua, no es solo un canto: es un grito de victoria. Es el eco del coro angélico que anunció el nacimiento de Jesús (Lc 2,14), pero ahora proclamando su triunfo sobre el pecado.

2. El Aleluya: La Palabra Prohibida que Vuelve a la Vida

Durante la Cuaresma, la Iglesia omite el «Aleluya» (que significa «Alabad a Yahvé»). Es como si contuviéramos el aliento, esperando el momento de gritar: ¡Cristo ha resucitado!

San Agustín decía: «Nosotros somos un Aleluya desde la cabeza hasta los pies». Y en Pascua, ese Aleluya estalla con fuerza, porque ya no hay muerte que temer, ya no hay pecado que no haya sido vencido.


III. El Sentido Actual: ¿Por Qué Esto Importa Hoy?

En un mundo donde el dolor, la guerra y la desesperanza parecen ganar terreno, la liturgia de la Iglesia nos enseña una verdad eterna: el sufrimiento tiene sentido, pero la alegría siempre llega.

  • El silencio del Gloria nos recuerda que la vida tiene momentos de oscuridad, pero la luz de Cristo es más fuerte.
  • El regreso del Aleluya nos grita que, aunque hoy lloremos, la Resurrección es nuestra esperanza.

Una Anécdota Iluminadora

Cuenta una tradición que, en la Rusia soviética, cuando el régimen prohibió las celebraciones religiosas, los fieles se reunían en secreto para cantar el Gloria en Pascua. Sabían que, aunque el mundo les impusiera silencio, Cristo ya había vencido.

Hoy, cuando muchos viven como si Dios no existiera, la Iglesia rompe el silencio para recordar al mundo que hay una alegría que nadie puede apagar.


Conclusión: Un Canto que Nunca se Apagará

La próxima vez que escuches el Gloria en la Vigilia Pascual, no lo oigas solo como un canto más. Es el sonido de la victoria, el eco del Cielo en la tierra, el recordatorio de que, después de cada Viernes Santo, siempre llega un Domingo de Resurrección.

«Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.» (Salmo 118,24)

¡Feliz Pascua de Resurrección! ¡Cristo ha vencido, el Aleluya ha vuelto, y el Gloria resuena por toda la eternidad! 🕊️🔥

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Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

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