Matías, el Apóstol Olvidado: El Elegido por Dios para Restaurar el Cuerpo de Cristo

Introducción: Cuando uno cae, Dios llama a otro

En la historia de la Iglesia primitiva hay un nombre que, aunque apenas se menciona en las páginas del Nuevo Testamento, resuena con una fuerza simbólica y teológica enorme: Matías, el apóstol número doce. A menudo eclipsado por Pedro, Juan, Pablo o incluso Judas Iscariote, Matías representa una figura de fidelidad, restauración y elección divina que sigue hablándonos hoy, en un tiempo donde también nosotros somos llamados a restaurar lo que ha sido herido o traicionado.

Este artículo quiere rescatar su memoria, su elección providencial, su papel en la continuidad apostólica y cómo su vida nos interpela hoy, en medio de una Iglesia que lucha por mantenerse fiel en un mundo en crisis. Si alguna vez has sentido que ocupas un lugar “secundario”, que tu trabajo en el Reino de Dios es invisible o que llegaste “después” de otros más destacados, Matías es tu modelo. Y más aún: es una invitación a entender cómo actúa el Espíritu Santo cuando todo parece roto.


1. ¿Quién fue Matías? El hombre antes del apóstol

El nombre Matías proviene del hebreo Mattityah, que significa “don de Dios”. Esto no es un detalle menor: su identidad ya está impregnada de una profunda realidad teológica. Antes de ser elegido apóstol, Matías era uno de los discípulos constantes de Jesús, alguien que lo había acompañado desde el bautismo en el Jordán hasta la Ascensión (Hechos 1,21-22).

Aunque los Evangelios no lo mencionan explícitamente, su cercanía al grupo de los Doce y su perseverancia lo convirtieron en un testigo calificado para ocupar el lugar de Judas. No era un improvisado, ni alguien recién llegado. Era un discípulo probado en la fidelidad silenciosa.


2. El contexto: La herida que dejó Judas

Tras la traición y el suicidio de Judas Iscariote, el colegio apostólico quedó incompleto. Este hecho no solo fue una tragedia moral y espiritual, sino también una herida eclesial. El número doce no era arbitrario: representaba a las doce tribus de Israel, signo de la nueva humanidad restaurada en Cristo.

Pedro, consciente de esto, toma la iniciativa de restaurar ese número simbólico. En Hechos 1,15-26, leemos cómo se reza, se reflexiona sobre las Escrituras, y finalmente se echa suertes entre dos candidatos: José Barsabás, llamado Justo, y Matías. La suerte —instrumento legítimo en aquel contexto para discernir la voluntad divina— cayó sobre Matías, “y fue contado con los once apóstoles” (Hechos 1,26).

Aquí no estamos ante una votación democrática, ni ante una simple elección humana. La comunidad ora y confía en que Dios elige. El apóstol no se hace por mérito, sino por llamada divina y misión. Matías es, por tanto, el elegido de Dios para sanar una fractura interna.


3. Sucesión apostólica: Una lección para la Iglesia de hoy

Matías es el primer apóstol elegido después de la Ascensión, y su elección marca un hito teológico: la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, tiene autoridad para continuar la obra de Cristo. Este acto legitima la sucesión apostólica, es decir, la transmisión del ministerio y la enseñanza de los apóstoles a través de los obispos.

En una época donde se cuestiona la autoridad, donde muchos abandonan la fe por escándalos o decepciones, la figura de Matías nos recuerda que la Iglesia sigue siendo guiada por Dios, incluso en sus momentos más oscuros. Cuando uno traiciona, Dios levanta a otro fiel. La obra de Cristo no se detiene por la infidelidad humana.


4. ¿Qué pasó con Matías después? Tradición, martirio y misión

Después de su elección, los Hechos de los Apóstoles ya no vuelven a mencionar a Matías. Sin embargo, la Tradición de la Iglesia ha conservado varias referencias sobre su labor apostólica:

  • Se dice que predicó en Judea, primero, y luego se dirigió hacia la región del mar Caspio y Etiopía.
  • En muchas fuentes, se afirma que fue martirizado, bien por lapidación, crucifixión o decapitación.
  • Sus reliquias, según algunas tradiciones, fueron llevadas a Roma o a Tréveris (Alemania).

Lo cierto es que murió dando testimonio de Cristo, cumpliendo así la vocación para la que fue elegido: ser testigo de la Resurrección (Hechos 1,22).


5. Relevancia espiritual: Lo que Matías enseña hoy

La vida y misión de Matías no son un simple dato histórico. Son una palabra viva para nuestra generación. A continuación, algunas aplicaciones prácticas para nuestra vida cristiana:

a) Dios ve a los que el mundo olvida

Matías no fue parte del círculo más íntimo de Jesús, no protagonizó ningún milagro ni discurso, y sin embargo Dios lo eligió. Esto consuela a todos aquellos que sirven en lo oculto, en lo pequeño, en lo silencioso. El Cielo no mide como el mundo. En la Iglesia, la fidelidad importa más que la fama.

b) El pecado de uno no detiene el plan de Dios

Judas fue un escándalo dentro del grupo apostólico, un traidor entre los más cercanos a Cristo. Pero su caída no paralizó la misión. Al contrario, dio lugar a una restauración aún más fuerte. Esto nos anima a seguir adelante cuando experimentamos decepciones o traiciones dentro de la Iglesia.

c) La oración precede a toda elección

Los discípulos no eligieron a Matías según simpatías personales o estrategias. Se retiraron a orar. Hoy más que nunca, necesitamos comunidades que disciernan desde la oración y no desde el cálculo humano. El Espíritu Santo no ha dejado de hablar; lo que falta es quien escuche.

d) Todos estamos llamados a ser «el número doce» de alguien

En sentido espiritual, tú puedes ser el Matías de tu familia, de tu parroquia, de tu comunidad. Donde hay una ausencia, una traición o una herida, Dios puede estar llamándote a restaurar, a llenar ese vacío con tu fidelidad.


6. Celebración litúrgica y devoción

La fiesta de San Matías Apóstol se celebra el 14 de mayo en el calendario romano. En el rito tradicional (Calendario Tridentino), su fiesta era el 24 de febrero, lo que muestra que su veneración es muy antigua.

Se le suele invocar como patrono de los carpinteros, los ingenieros civiles y los alcohólicos en rehabilitación, aunque lo más profundo es su patronazgo sobre aquellos que ocupan lugares difíciles después de una crisis.


Conclusión: El apóstol de la restauración

San Matías es una figura discreta pero poderosamente simbólica. Representa la respuesta de Dios al pecado humano, la restauración frente a la traición, y la elección divina que supera nuestras categorías. En un tiempo donde muchas instituciones tambalean, donde la Iglesia sufre por dentro y por fuera, Matías nos recuerda que Dios no se rinde con nosotros.

No importa si has llegado “después” de otros, si no tienes visibilidad o si te tocó ocupar un lugar difícil: Dios te ve, te llama y quiere usarte para sanar lo roto.


San Matías Apóstol, intercede por nosotros. Enséñanos a responder con humildad y fidelidad a la llamada de Dios, incluso cuando nadie más lo vea.

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Pater noster, qui es in cælis: sanc­ti­ficétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in ten­ta­tiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

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