Introducción: Un juicio que aún nos interpela
En medio del bullicioso clamor de una multitud enardecida, se decide la suerte de dos hombres. Uno es inocente, el otro culpable. Uno es el Hijo de Dios, el otro un criminal convicto. Pilato, el gobernador romano, les plantea una decisión aparentemente simple: ¿a quién quieren que les suelte? ¿A Jesús o a Barrabás? (cf. Mt 27,17). Lo que ocurrió aquel día no fue solo un evento histórico: fue un reflejo del drama que se repite en cada corazón humano, en cada elección moral, en cada momento de nuestra vida. Esta escena, breve pero intensa, esconde una profundidad teológica que puede transformar nuestra vida si aprendemos a verla con los ojos de la fe.
Hoy, más de dos mil años después, seguimos decidiendo entre Jesús y Barrabás, a veces sin darnos cuenta. Este artículo quiere ayudarte a redescubrir el poder de esta escena, su enseñanza eterna, y cómo aplicarla en tu vida diaria con una guía práctica y espiritual.
1. El contexto histórico: Un juicio manipulado
Para entender plenamente el contraste entre Jesús y Barrabás, es importante conocer quién era este último.
Barrabás aparece en los cuatro Evangelios como un preso famoso, acusado de sedición y homicidio durante una revuelta (Mc 15,7; Lc 23,19; Jn 18,40). En otras palabras, era un revolucionario violento, culpable de delitos que amenazaban la estabilidad del poder romano. A los ojos del mundo, era un hombre “peligroso”, pero para muchos judíos de la época, podía parecer un “libertador” político.
Pilato, queriendo evitar la condena de Jesús —a quien él mismo reconocía como inocente (cf. Mt 27,24)—, propone liberar a uno de los dos presos como parte de una tradición pascual. Sin embargo, los sumos sacerdotes incitan al pueblo a pedir la liberación de Barrabás (Mt 27,20). El resultado es desconcertante: “¡Suelta a Barrabás!”, gritan. Y cuando Pilato pregunta qué debe hacer con Jesús, la multitud, enceguecida, responde: “¡Crucifícalo!” (Mt 27,22).
2. Jesús y Barrabás: Dos caminos, dos mesías
La elección entre Jesús y Barrabás no es sólo la de dos personas, sino de dos visiones del mundo, dos propuestas de salvación, dos caminos opuestos:
- Barrabás representa la salvación humana, política, inmediata y violenta. Es el símbolo de todos los mesías falsos que prometen libertad sin conversión, poder sin amor, justicia sin misericordia. Es la tentación de arreglar las cosas por la fuerza, de buscar soluciones humanas a problemas espirituales.
- Jesús representa la verdadera salvación, la que pasa por la cruz. Es el Mesías que no huye del sufrimiento, que no responde al mal con mal, sino con amor redentor. Él no vino a derrocar a los romanos, sino al pecado; no vino a vengarse, sino a perdonar. Su camino es más difícil, más exigente, pero también es el único que lleva a la vida eterna.
Esta dualidad no es un relato del pasado: cada día somos puestos frente a la misma elección. ¿Queremos un salvador que nos quite las molestias o uno que transforme nuestro corazón? ¿Queremos a Barrabás o a Jesús?
3. Relevancia teológica: El misterio del sustituto
Aquí ocurre un misterio profundo: el justo muere en lugar del culpable.
La elección de liberar a Barrabás es injusta, pero también providencial. Porque Jesús no muere solo en lugar de Barrabás, sino en lugar de toda la humanidad, que como él, merece la condena. Barrabás representa a cada pecador: tú y yo. Y Jesús, en un acto supremo de amor, toma nuestro lugar en la cruz.
Como dice San Pablo:
“Cristo murió por los impíos en el tiempo señalado […] siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Rm 5,6-8)
Este misterio es el corazón de nuestra fe: la redención por sustitución. Nosotros, culpables, somos liberados. Él, inocente, es crucificado. Pero lo más sorprendente es que Jesús acepta ese destino con plena libertad. No se defiende, no se escapa. Se entrega voluntariamente para salvarnos.
4. Aplicaciones prácticas: ¿A quién eliges cada día?
Este pasaje evangélico es una guía espiritual para el combate diario del cristiano. Aquí tienes una guía práctica y pastoral para aplicar este pasaje en tu vida:
A. Reconoce a tu “Barrabás” interior
Todos llevamos dentro una parte rebelde, egoísta, violenta, que busca imponerse, vengarse, tener razón. Antes de condenar al pueblo que gritó “¡Crucifícalo!”, mírate a ti mismo. ¿Cuántas veces eliges el camino fácil, la comodidad, el pecado, el orgullo?
Consejo espiritual: Haz examen de conciencia cada noche y detecta cuándo has elegido a Barrabás en lugar de a Jesús. Escríbelo si es necesario. La conversión comienza por la verdad.
B. Reza para no dejarte manipular
La multitud fue manipulada por los líderes religiosos. Hoy, muchas veces dejamos que los medios, las ideologías o el ambiente nos dicten qué pensar, qué decir, qué creer. El ruido exterior nos hace perder la voz de la conciencia.
Consejo espiritual: Haz silencio cada día al menos 10 minutos. Ora con el Evangelio del día. Deja que sea Cristo quien te hable, no el mundo.
C. Perdona como Jesús, no luches como Barrabás
Cuando somos heridos, traicionados o maltratados, hay dos formas de reaccionar: con odio o con amor. Con espada o con cruz.
Consejo pastoral: La próxima vez que sufras una injusticia, detente. Reza un Padre Nuestro. Recuerda que Jesús perdonó incluso en la cruz. Decide actuar desde el amor, no desde la rabia.
D. Recibe la Eucaristía con gratitud
Jesús murió en tu lugar. ¿Cómo no agradecerle? Cada Misa es una actualización del mismo sacrificio que comenzó con su condena en lugar de Barrabás.
Consejo litúrgico: Participa en la Misa con devoción. Cuando el sacerdote dice: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, piensa: “Él tomó mi lugar. Yo soy Barrabás. Pero Él me liberó.”
E. Forma tu conciencia
Pilato sabía que Jesús era inocente, pero se lavó las manos. Cuántas veces, por miedo o comodidad, preferimos no actuar, no opinar, no comprometernos.
Consejo ético: No te laves las manos. Lee el Catecismo. Aprende la doctrina. Sé luz en medio de un mundo confundido.
5. Barrabás: ¿Un olvidado o un testigo?
¿Y Barrabás? ¿Qué fue de él? Los Evangelios no nos lo dicen. Quizás volvió a su vida de crimen. O tal vez, conmovido por lo que vio, cambió su vida. En cierto modo, todos somos Barrabás, y tenemos la oportunidad de escribir un nuevo capítulo. El encuentro indirecto con Cristo puede transformarnos… si lo dejamos.
Conclusión: No es una historia antigua, es tu historia
Cada día, el mundo nos ofrece muchos “Barrabases”: placeres fáciles, ideologías cómodas, éxitos sin cruz. Pero Jesús sigue de pie, silencioso, con la corona de espinas y la mirada llena de amor, esperando que lo elijas.
No te laves las manos como Pilato. No sigas la masa como la multitud. No escojas lo fácil como Barrabás.
Escoge a Jesús. Escoge la cruz. Escoge la vida.
Cita final para meditar:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.” (Jn 14,6)
Si este artículo te ha tocado el corazón, no lo dejes solo en palabras. Haz un acto concreto de conversión hoy. Y recuerda: Jesús tomó tu lugar, para que tú tomes el suyo.
¿A quién eliges liberar hoy? ¿A Barrabás… o a Cristo?